Monday, July 28, 2008

Nuestra Señora de Betharram



El origen de la devoción hacia Nuestra Señora de Betharram abarca dos hechos que se produjeron en la orilla del Gave. Unos pastorcitos apacentaban sus rebaños en aquellos lugares, cuando, entre las rocas que se yerguen junto al torrente, vieron llamas misteriosas que salían de entre zarzas sin llegar a consumirlas. Los niños, pasado el primer momento de estupor, se acercaron a las rocas. ¡Cuál no fue su sorpresa al divisar una pequeña imagen de la Virgen con el Divino Niño en sus brazos! La imagen fue sucesivamente llevada a dos sitios que parecían más adecuados para recibirla. Pero no quedó en ninguno de ellos y volvió cada vez a ser encontrada entre las rocas. Esta circunstancia fue interpretada como una señal de la voluntad divina. Allí mismo los fieles edificaron una capilla. El segundo hecho es como sigue: Una joven recogía flores en la orilla del torrente cuando, de repente, cayó al agua. Sintiéndose arrastrada por la corriente, pidió auxilio a María. Al instante, encontró al alcance de su mano un ramo salvador del cual se asió y pudo llegar a la orilla. Para demostrar su gratitud a María, colocó al pie de su imagen un hermoso ramo de oro y como en el dialecto bearnés 'Beth arram' significa hermoso ramo, la devoción popular veneró a María Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de Betharram o sea del Ramo Hermoso. Junto a la capilla existía un vetusto monasterio, morada otrora de capellanes y misioneros dispersados por la Revolución Francesa y habilitado en modesto seminario desde 1812.

Es siempre interesante conocer devociones predilectas de los santos para guiarnos en nuestra propia vida espiritual. En cuanto al culto de María ¡con qué ternura lo infunde y lo practica! Hermosea la capilla de Betharram, predica las grandezas de la Virgen y de su inmaculado Corazón; propaga el santo rosario y suele llevarlo al cuello para rezar "ave marías" en las idas y venidas; implanta su recitación diaria en la Comunidad; manda cantar la misa en las fiestas marianas, y da un relieve especial, en Septiembre, a la fiesta tan popular de los siete dolores de Ntra. Sra. del calvario. Enseña y defiende la Inmaculada Concepción de María mucho antes de su definición por la Iglesia; se regocija de las apariciones de Lourdes en 1858; examina a Bernardette y proclama su favorable parecer; anuncia que las muchedumbres acudirán a nuevo santuario, el cual muy lejos de perjudicar a Betharram, le comunicará renovado esplendor. En su piedad hacia la Virgen, el P. Garicoïts acarició la esperanza de recuperar la primitiva imagen de Ntra. Sra., de Betharram transportada en España en los días aciagos de las Guerras de Religión (Siglo XVI). Pero habiendo fracasado la encuesta, se propuso aprovechar la presencia del gran escultor Renoir, contratado para la restauración del Calvario de Betharram, a fin de substituir por una impresionante estatua de mármol blanco la diminuta efigie que se veneraba entonces en el altar mayor del santuario. Desde 1845, esa obra maestra de escultura atrae las miradas de los peregrinos a Betharram y recibe los homenajes de los fieles, premiando María con divinas gracias su filial devoción.

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