Saturday, February 26, 2011
Friday, February 25, 2011
Lo primero es...
No es una pregunta más. Es decisivo saber si estamos siendo fieles al objetivo prioritario marcado por Jesús, o estamos desarrollando una religiosidad que nos está desviando de la pasión que llevaba él en su corazón. ¿No hemos de corregir la dirección y centrar nuestro cristianismo con más fidelidad en el proyecto del reino de Dios?
La actitud de Jesús es diáfana. Basta leer los evangelios. Al mismo tiempo que vive en medio de la gente trabajando por una Galilea más sana, más justa y fraterna, más atenta a los últimos y más acogedora a los excluidos, no duda en criticar una religión que observa el sábado y cuida el culto mientras olvida que Dios quiere misericordia antes que sacrificios.
El cristianismo no es una religión más, que ofrece unos servicios para responder a la necesidad de Dios que tiene el ser humano. Es una religión profética nacida de Jesús para humanizar la vida según el proyecto de Dios. Podemos "funcionar" como comunidades religiosas reunidas en torno al culto, pero si no contagiamos compasión ni exigimos justicia, si no defendemos a los olvidados ni atendemos a los últimos, ¿dónde queda el proyecto que animó la vida entera de Jesús?
Tal vez, la manera más práctica de reorientar nuestras comunidades hacia el reino de Dios y su justicia es comenzar por cuidar más la acogida. No se trata de descuidar la celebración cultual, sino de desarrollar mucho más la acogida, la escucha y el acompañamiento a la gente en sus penas, trabajos y esperanzas. Compartir el sufrimiento de las personas nos puede ayudar a comprender mejor nuestro objetivo: contribuir desde el Evangelio a un mundo más humano.
En su primera encíclica, Juan Pablo II, recogiendo una idea importante del Concilio Vaticano II, nos recordó a los cristianos cómo hemos de entender la Iglesia. Lo hizo de manera clara. "La Iglesia no es ella misma su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento". Lo primero no es la Iglesia, sino el reino de Dios. Si queremos una Iglesia más evangélica es porque buscamos contribuir desde ella a buscar un mundo más humano.
José Antonio Pagola
27 de febrero de 2011
8 Tiempo ordinario (A)
Mateo 6, 24-34
Monday, February 21, 2011
Amar...
La llamada a amar es seductora. Seguramente, muchos escuchaban con agrado la invitación de Jesús a vivir en una actitud abierta de amistad y generosidad hacia todos. Lo que menos se podían esperar era oírle hablar de amor a los enemigos. Sólo un loco les podía decir con aquella convicción algo tan absurdo e impensable: «Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen, perdonad setenta veces siete... » ¿Sabe Jesús lo que está diciendo? ¿Es eso lo que quiere Dios?
Los oyentes le escuchaban escandalizados. ¿Se olvida Jesús de que su pueblo vive sometido a Roma? ¿Ha olvidado los estragos cometidos por sus legiones? ¿No conoce la explotación de los campesinos de Galilea, indefensos ante los abusos de los poderosos terratenientes? ¿Cómo puede hablar de perdón a los enemigos, si todo les está invitando al odio y la venganza?
Jesús no les habla arbitrariamente. Su invitación nace de su experiencia de Dios. El Padre de todos no es violento sino compasivo. No busca la venganza ni conoce el odio. Su amor es incondicional hacia todos: «El hace salir su sol sobre buenos y malos, manda la lluvia a justos e injustos». No discrimina a nadie. No ama sólo a quienes le son fieles. Su amor está abierto a todos.
Este Dios que no excluye a nadie de su amor nos ha de atraer a vivir como él. Esta es en síntesis la llamada de Jesús. "Pareceos a Dios. No seáis enemigos de nadie, ni siquiera de quienes son vuestros enemigos. Amadlos para que seáis dignos de vuestro Padre del cielo".
Jesús no está pensando en que los queramos con el afecto y el cariño que sentimos hacia nuestros seres más queridos. Amar al enemigo es, sencillamente, no vengarnos, no hacerle daño, no desearle el mal. Pensar, más bien, en lo que puede ser bueno para él. Tratarlo como quisiéramos que nos trataran a nosotros.
¿Es posible amar al enemigo? Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando a sus seguidores a parecernos a Dios para ir haciendo desaparecer el odio y la enemistad entre sus hijos. Sólo quien vive tratando de identificarse con Jesús llega a amar a quienes le quieren mal.
Atraídos por él, aprendemos a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos. Jesús nos invita a «rezar por los que nos persiguen», seguramente, para ir transformando poco a poco nuestro corazón. Amar a quien nos hace daño no es fácil, pero es lo que mejor nos identifica con aquel que murió rezando por quienes lo estaban crucificando: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
José Antonio Pagola
20 de febrero de 2011
7 Tiempo ordinario (A)
Mateo 5, 38-48
Friday, February 18, 2011
Saturday, February 12, 2011
El gustito por la misión...
Cuando se busca la voluntad del Padre, se va más allá de la Ley...
Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Era el mejor regalo que habían recibido de Dios. En todas las sinagogas la guardaban con veneración dentro de un cofre depositado en un lugar especial. En esa Ley podían encontrar cuanto necesitaban para ser fieles a Dios. Jesús, sin embargo, no vive centrado en la Ley. No se dedica a estudiarla ni a explicarla a sus discípulos. No se le ve nunca preocupado por observarla de manera escrupulosa. Ciertamente, no pone en marcha una campaña contra la Ley, pero ésta no ocupa ya un lugar central en su corazón.
Jesús busca la voluntad del Dios desde otra experiencia diferente. Le siente a Dios tratando de abrirse camino entre los hombres para construir con ellos un mundo más justo y fraterno. Esto lo cambia todo. La ley no es ya lo decisivo para saber qué espera Dios de nosotros. Lo primero es "buscar el reino de Dios y su justicia".
Los fariseos y letrados se preocupan de observar rigurosamente las leyes, pero descuidan el amor y la justicia. Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios». Hay que superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas.
Cuando se busca la voluntad del Padre con la pasión con que la busca Jesús, se va siempre más allá de lo que dicen las leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para todos, lo importante no es contar con personas observantes de leyes, sino con hombres y mujeres que se parezcan a él.
Aquel que no mata, cumple la Ley, pero si no arranca de su corazón la agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que no comete adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su hermano, no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios; son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un mundo más humano.
Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por tierra el patrimonio legal y religioso del antiguo testamento. Ha venido a «dar plenitud», a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a liberar la vida de los peligros del legalismo.
Nuestro cristianismo será más humano y evangélico cuando aprendamos a vivir las leyes, normas, preceptos y tradiciones como los vivía Jesús: buscando ese mundo más justo y fraterno que quiere el Padre.
José Antonio Pagola
13 de febrero de 2011
6 Tiempo ordinario (A) Mateo 5, 17-37
Monday, February 07, 2011
Lema Regional para 2011
Va creciendo un retoño del tronco de Jesé…!
“Un retoño saldrá del tronco de Jesé, un brote surgirá de sus raíces.
Sobre él reposará el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Señor y para respetarlo, y para gobernar según sus preceptos.
No juzgará por las apariencias ni decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y defenderá el derecho de los pobres del país. Su palabra derribará al opresor, el soplo de sus labios matará al malvado. Tendrá como cinturón la justicia, y la lealtad será el ceñidor de sus caderas”.
(Is 11,1-5)
Queridos betharramitas:
¡Hijos del Corazón de Jesús, una familia de discípulos misioneros en nuevos caminos de comunión!. (2009)
¡Sedientos de amor de Dios, samaritanos en su época y cultura, misioneros como Garicoïts sacerdote!. (2010)
En este año el Santo Padre, Benedicto XVI, ha propuesto a la iglesia que reflexionemos y nos dediquemos a reconocer y amar el misterio de “
Se trata de
Veamos si la estamos administrando bien, si somos dóciles a su acción divina en nosotros y sensibles a las necesidades vitales de cuantos nos rodean.
El Señor nos ha hecho un encargo a cada uno: como personas, como familia, como comunidades, en una “época” semejante a un “árbol seco” que atraviesa el camino de la humanidad colapsada por tantas expresiones de muerte…
En ese humus el Señor se empeña, todavía, en que demos fruto!
Es entonces cuando la imagen del retoño que nace del árbol seco resuena en mi memoria. La ramita porfiada que se abre paso en la vida de Betharram como si fuera una Palabra viva que surge nueva desde lo viejo.
Estamos invitados a sacar de ella el mayor provecho.
Para ello, les comparto ahora algo personal: hace tiempo que sentía internamente el deseo de hacer una experiencia fuerte de reflexión y cambio. Gustar internamente el Evangelio, convertirme. Necesitaba acompañar mejor la misión que me habían confiado en
Me decidí, entonces, a hacer 30 días de EE.EE. en noviembre de 2010. Ni sospechaba que mi lucha por
Debí abrirme paso entre grandes oposiciones interiores que descubrí, nacían de mi mismo, de mi historia no sanada, y del propio medio en que aún crece
Cuánta gratitud me nace de lo vivido. ¡Cómo no alabar a Dios por su Resurrección!
Esa experiencia de Villa Allende, Córdoba, con el P. Rossi s.j., y un grupo muy bueno de religiosos, laicos y padres diocesanos; jamás caerá en el jardín del olvido.
También descubrí algo importante: que nunca terminaré de pagar las gracias recibidas del Señor en esos días. “¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho…?” (Smo. 115).
Tengo la convicción –así me lo han hecho entender- que todo lo bueno que he experimentado en ese mes se desplegará en el tiempo según
Por el momento sigo cargando con mi humanidad, a veces maltrecha, aunque muy renovado en la esperanza y sin perder la alegría –signo del Espíritu-. De hecho, he dado paso a un ritmo de vida interior al que no estaba muy acostumbrado. Como si me hubieran “inyectado Vida” (como una “vacuna de Gracia”) para que “tome con mis manos las serpientes y si bebo algún veneno no me haga daño” (Mc 16,18). Pero por las dudas no voy a desafiar a la providencia…
Qué bueno es el Señor con nosotros: ¡Dichoso quien en Él se refugia!. (Smo 33)
En ese sentido, hay que reconocer que el camino que la congregación está haciendo en la revalorización de los EE.EE. de San Ignacio, nos está haciendo mucho bien a todos: religiosos, laicos, jóvenes, familias, etc.
Desde los orígenes, San Miguel discernió el carisma a
Siempre partiendo de la vida misma, con el realismo de la encarnación, incluyendo a todos los que el Señor ha puesto a nuestro lado en la misión.
Un buen antídoto contra las experiencias pseudo-mísiticas que nunca faltan.
Un compromiso cada vez mayor con
Al llegar a Buenos Aires, me topé con “una tromba” y con “un auténtico misionero”….
La tromba: un religioso joven que me dijo: ¡Basta de lemas largos! (recordé que también me lo había dicho un representante legal del colegio que tenía que pagar los carteles… y le cobraban por palabra….).
Entre otras cosas…, “la tromba” me dijo: “Betharramitas: ¡sí a la vida!”.
Con él delante, me sentí un poco como el profeta Elías en la cueva frente al terremoto y el fuego”… (cf. I Re 19, 12-14) pero después, al llegar la suave brisa me dije: ¿Por qué no?
Y me di cuenta de algo: este 2011, año del Capítulo General, es un año para mirarnos con realismo y percibir cuales son los signos de Vida, las cosas que crecen como el retoño, las que agonizan, y las que ya están muertas….
El auténtico misionero me desafió:
Es un sabio laico de vida muy entregada que me dijo hace poco. “Creo que a los betharramitas nos está faltando audacia”. Hemos caído (se advierte al menos en algunas partes) en una especie de acuartelamiento. Una actitud conservadora. Motivada, tal vez porque se dispone de medios para asegurar la subsistencia. Como el reservorio de agua, de energía, etc. Pero que termina por ser poco evangélica. Como una lámpara encendida puesta bajo el cajón.
San Ignacio diría que eso nos pasa porque: tenemos la simple aspiración de llegar a “cierto grado de contentar nuestra alma”.
Recuerdo que el P. Gaspar, como formador, cuando compartíamos
Eso excitaba nuestro impulso interior (tan característico del betharramita), lo sacaba de la caja de seguridad en que estaba guardado…
Jesús también ponía a los apóstoles sobre aviso en relación con los boqueteros de la época…. (cf Lc 12,39)
Velemos, entonces, pero sirvamos a
Salí de allí pensando:
sin entregarnos a los quereres del Padre, para sufrir y hacer cuanto El dispusiere, estamos perdidos.
San Rafael Arnaiz Barón, un trapense feliz pero bien acostumbrado a los sufrimientos, repetía una frase densa como su vida interior y simple como el vuelo de una paloma:
“En la vida, todo consiste en saber esperar”. Pero esperar qué…?:
¿La muerte?, ¿la era de Acuario que lo cambiará todo?, ¿el apocalipsis de los Mayas en 2012?...¿que se terminen de caer las instituciones obsoletas?,
¿que el subjetivismo hipercrítico de la época acabe con la historia, las ideas, y nos deje sumidos en la incertidumbre?.
¡Nuestra esperanza está puesta en Jesucristo, el único que puede salvar!.
Para 2011 confío en que nuestra esperanza sea activa y vital:
- como el Centinela que espera la aurora,
- como la madre que espera dulcemente a su hijo sabiendo que lo dará a luz con dolor…,
- como el Padre misericordioso que aguarda al suyo –pecador- mirando hacia el horizonte hasta que consiga borrar su pecado en un abrazo inefable.
Queridos Betharramitas:
El Señor ha dicho: He venido para que tengan vida y vida abundante.
“El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
El lema que les propongo para
Betharramitas: ¡Sí a
No es la vida, como fin en sí mismo, sino
Se trata de
“Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de
Esta vez, les propongo que sigamos a esa Palabra Encarnada, Jesucristo, como a una Luz que brilla en las tinieblas y que por amor viene a habitar en medio de nosotros. Jesús, Luz que da vida: acogerlo, recibirlo, atender y acompañar a quienes no tienen voz, ni espacio para sustentar su Vida en este mundo.
Cito a un hermano muy querido que me decía algo lindo sobre este tema:
¡Sí a
“
“¡Sí a
“¡Sí a
“¡Sí a
“¡Sí a
Y ahora la palabra de un “sediento del amor de Dios”
Decir Betharramitas: ¡Sí a
“Betharramitas:
Que nuestra VIDA y misión
sean fiel reflejo de
que pone su morada entre nosotros”
Decía San Miguel Garicoíts que Dios nos ha dado a Jesucristo para morar con nosotros, para iluminarnos, darnos vida, “siendo como éramos sus enemigos”.
Cuando nuestra vida (pequeñita, con minúscula…) se centra en las sombras de este tiempo, sólo acaba por “cansarse en vano”. Porque “nada bueno hay en mi carne” dice San Pablo a los Romanos.
En este año en que el Capítulo General nos presentará aprobada la nueva Regla de Vida, tomamos consciencia de que la frialdad de
Nos justificaremos, pero no seremos justificados, porque el único que puede hacerlo
(y lo ha hecho!) es Jesucristo, Palabra de Vida.
Cuando en cambio escuchemos su palabra, lo sigamos: transformaremos en obras de Amor (Luz) lo que ha quedado en “letra muerta” (oscuridad), entonces nos volvemos LIBRES para seguirlo más de cerca.
Dejarlo todo POR AMOR A SU PALABRA que nos llama e interpela nos hará herederos de un TESORO inagotable en el Cielo.
Betharramitas: “sí a
Hago un llamado a los/las jóvenes laicos/as para presentarles a Jesús, Joven feliz, lleno de Vida que ofrece
Un joven que siente su vida cuestionada por
Levantémonos, entonces, y caminemos como Región tras las pisadas del Jesús. Benedicto decía al comienzo de su pontificado: no tengamos miedo de encontrarnos con Jesús, sólo con él. Su soledad está poblada de una Luz de vida que nadie nos podrá quitar. Su cruz y su desierto, son antesala del Gozo de
Quisiera que todos los betharramitas de
Los quiere y ofrece su pobre oración de hermano y amigo en el Señor deseándoles un feliz 2011:
P. Gustavo scj
Friday, February 04, 2011
Sal y Luz
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 02/02/11.- Si los discípulos viven las bienaventuranzas, su vida tendrá una proyección social. Es Jesús mismo quien se lo dice empleando dos metáforas inolvidables. Aunque parecen un grupo insignificante en medio de aquel poderoso imperio controlado por Roma, serán «sal de la tierra» y «luz del mundo».
¿No es una pretensión ridícula? Jesús les explica cómo será posible. La sal no parece gran cosa, pero comienza a producir sus efectos, precisamente, cuando se mezcla con los alimentos y parece que ha desaparecido. Lo mismo sucede cuando se enciende una luz: sólo puede iluminar cuando la ponemos en medio de las tinieblas.
Jesús no está pensando en una Iglesia separada del mundo, escondida tras sus ritos y doctrinas, encerrada en sí misma y en sus problemas. Jesús quiere introducir en la historia humana un grupo de seguidores, capaces de transformar la vida viviendo las bienaventuranzas.
Todos sabemos para qué sirve la sal. Por una parte, no deja que los alimentos se corrompan. Por otra, les da sabor y permite que los podamos saborear mejor. Los alimentos son buenos, pero se pueden corromper; tienen sabor, pero nos pueden resultar insípidos. Es necesaria la sal.
El mundo no es malo, pero lo podemos echar a perder. La vida tiene sabor, pero nos puede resultar insulsa y desabrida. Una Iglesia que vive las bienaventuranzas contribuye a que la sociedad no se corrompa y deshumanice más. Unos discípulos de Jesús que viven su evangelio ayudan a descubrir el verdadero sentido de la vida.
Hay un problema y Jesús se lo advierte a sus seguidores. Si la sal se vuelve sosa, ya no sirve para nada. Si los discípulos pierden su identidad evangélica, ya no producen los efectos queridos por Jesús. El cristianismo se echa a perder. La Iglesia queda anulada. Los cristianos están de sobra en la sociedad.
Lo mismo sucede con la luz. Todos sabemos que sirve para dar claridad. Los discípulos iluminan el sentido más hondo de la vida, si la gente puede ver en ellos «las obras» de las bienaventuranzas. Por eso, no han de esconderse. Tampoco han de actuar para ser vistos. Con su vida han de aportar claridad para que en la sociedad se pueda descubrir el verdadero rostro del Padre del cielo.
No nos está permitido servirnos de la Iglesia para satisfacer nuestros gustos y preferencias. Jesús la ha querido para ser sal y luz. Evangelizar no es combatir la secularización moderna con estrategias mundanas. Menos aún hacer de la Iglesia una “contra-sociedad”. Sólo una Iglesia que vive el Evangelio puede responder al deseo original de Jesús.