Saturday, February 26, 2011

Demasiado peso...

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Friday, February 25, 2011

Lo primero es...

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«Sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura». Las palabras de Jesús no pueden ser más claras. Lo primero que hemos de buscar sus seguidores es "el reino de Dios y su justicia"; lo demás viene después. ¿Vivimos los cristianos de hoy volcados en construir un mundo más humano, tal como lo quiere Dios, o estamos gastando nuestras energías en cosas secundarias y accidentales?

No es una pregunta más. Es decisivo saber si estamos siendo fieles al objetivo prioritario marcado por Jesús, o estamos desarrollando una religiosidad que nos está desviando de la pasión que llevaba él en su corazón. ¿No hemos de corregir la dirección y centrar nuestro cristianismo con más fidelidad en el proyecto del reino de Dios?

La actitud de Jesús es diáfana. Basta leer los evangelios. Al mismo tiempo que vive en medio de la gente trabajando por una Galilea más sana, más justa y fraterna, más atenta a los últimos y más acogedora a los excluidos, no duda en criticar una religión que observa el sábado y cuida el culto mientras olvida que Dios quiere misericordia antes que sacrificios.

El cristianismo no es una religión más, que ofrece unos servicios para responder a la necesidad de Dios que tiene el ser humano. Es una religión profética nacida de Jesús para humanizar la vida según el proyecto de Dios. Podemos "funcionar" como comunidades religiosas reunidas en torno al culto, pero si no contagiamos compasión ni exigimos justicia, si no defendemos a los olvidados ni atendemos a los últimos, ¿dónde queda el proyecto que animó la vida entera de Jesús?

Tal vez, la manera más práctica de reorientar nuestras comunidades hacia el reino de Dios y su justicia es comenzar por cuidar más la acogida. No se trata de descuidar la celebración cultual, sino de desarrollar mucho más la acogida, la escucha y el acompañamiento a la gente en sus penas, trabajos y esperanzas. Compartir el sufrimiento de las personas nos puede ayudar a comprender mejor nuestro objetivo: contribuir desde el Evangelio a un mundo más humano.

En su primera encíclica, Juan Pablo II, recogiendo una idea importante del Concilio Vaticano II, nos recordó a los cristianos cómo hemos de entender la Iglesia. Lo hizo de manera clara. "La Iglesia no es ella misma su propio fin, pues está orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento". Lo primero no es la Iglesia, sino el reino de Dios. Si queremos una Iglesia más evangélica es porque buscamos contribuir desde ella a buscar un mundo más humano.

José Antonio Pagola

27 de febrero de 2011

8 Tiempo ordinario (A)

Mateo 6, 24-34
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Monday, February 21, 2011

Amar...

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La llamada a amar es seductora. Seguramente, muchos escuchaban con agrado la invitación de Jesús a vivir en una actitud abierta de amistad y generosidad hacia todos. Lo que menos se podían esperar era oírle hablar de amor a los enemigos. Sólo un loco les podía decir con aquella convicción algo tan absurdo e impensable: «Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen, perdonad setenta veces siete... » ¿Sabe Jesús lo que está diciendo? ¿Es eso lo que quiere Dios?

Los oyentes le escuchaban escandalizados. ¿Se olvida Jesús de que su pueblo vive sometido a Roma? ¿Ha olvidado los estragos cometidos por sus legiones? ¿No conoce la explotación de los campesinos de Galilea, indefensos ante los abusos de los poderosos terratenientes? ¿Cómo puede hablar de perdón a los enemigos, si todo les está invitando al odio y la venganza?

Jesús no les habla arbitrariamente. Su invitación nace de su experiencia de Dios. El Padre de todos no es violento sino compasivo. No busca la venganza ni conoce el odio. Su amor es incondicional hacia todos: «El hace salir su sol sobre buenos y malos, manda la lluvia a justos e injustos». No discrimina a nadie. No ama sólo a quienes le son fieles. Su amor está abierto a todos.

Este Dios que no excluye a nadie de su amor nos ha de atraer a vivir como él. Esta es en síntesis la llamada de Jesús. "Pareceos a Dios. No seáis enemigos de nadie, ni siquiera de quienes son vuestros enemigos. Amadlos para que seáis dignos de vuestro Padre del cielo".

Jesús no está pensando en que los queramos con el afecto y el cariño que sentimos hacia nuestros seres más queridos. Amar al enemigo es, sencillamente, no vengarnos, no hacerle daño, no desearle el mal. Pensar, más bien, en lo que puede ser bueno para él. Tratarlo como quisiéramos que nos trataran a nosotros.

¿Es posible amar al enemigo? Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando a sus seguidores a parecernos a Dios para ir haciendo desaparecer el odio y la enemistad entre sus hijos. Sólo quien vive tratando de identificarse con Jesús llega a amar a quienes le quieren mal.

Atraídos por él, aprendemos a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos. Jesús nos invita a «rezar por los que nos persiguen», seguramente, para ir transformando poco a poco nuestro corazón. Amar a quien nos hace daño no es fácil, pero es lo que mejor nos identifica con aquel que murió rezando por quienes lo estaban crucificando: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".

José Antonio Pagola

20 de febrero de 2011
7 Tiempo ordinario (A)
Mateo 5, 38-48
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Friday, February 18, 2011

Invitación especial...

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Saturday, February 12, 2011

El gustito por la misión...

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¡Adelante siempre!
Lograr para los demás la misma felicidad. ograr para los demás la misma felicidad. Lograr para los demás la misma felicidad.
El Sauce, Nueva Esperanza, Santiago del Estero.- Este año nos tocó misionar en esta
Comunidad, zona nueva para nosotros, a sólo 4 kms de la sede parroquial. Llegamos el lunes 3 de
enero antes del mediodía.
Bajo la animación de Roxana Flores, con más de 25 misiones, misionera beth de alma, nos
pusimos a trabajar: limpiar, juntar agua, acomodar aulas: para dormitorios, para cocina, para
oratorio, para depósito… todos alegres, sin hacernos rogar, a pesar del calor que apretaba, como
hormiguitas, fuimos transformando en hogar la Escuela, nueva, pero con defectos de
mantenimiento: cañería rotas, cloacas tapadas, falta de luz, de duchas…
Al atardecer, antes de la cena, la Cena del Señor. Momento fuerte de este primer día y de
todos los días. Del Señor Jesús que se parte y se reparte aprendemos ese darse, ese dejarse comer,
para lograr para los demás la misma felicidad.
Y entramos de lleno en el ritmo de la misión.
Cada día.
Por la mañana:
Después del desayuno, oración y formación. Un librito, elaborado por el P. Guido y el
equipo misionero del Viarur, fue guía eficaz. Momento para ponernos como discípulos a los
pies del Maestro para escuchar y aprender a ser misionero beth,
Luego tareas: Lavar ropa personal, preparar dinámicas, paquetitos, carteles, las visitas a las
casas. En la cocina, mientras Miguelito juega con María del Valle, Adolfo Vázquez,
ayudado por el equipo de cocina, prepara el almuerzo… somos 25… ¡no es poca cosa!
Después del almuerzo, la obligada siesta.
De dos en dos.
• A las 16.30 merienda y las visitas… De dos en dos, - Gustavo nos organizó tan bien como
Jesús a sus discípulos - nos perdimos por los barrios, casas cercanas, Carmen - con la Biblia
en una mano y el pastillero en la otra - … casas alejadas… todos salimos a proclamar la
Buena Nueva: “El Reino está hoy en el Sauce, conviértanse!”
La mesa de Jesús.
Al anochecer – cansados pero contentos – experimentando el gozo del poder de Jesús que
por nuestras manos débiles, sigue expulsando demonios, sanando corazones, salvando a los
caídos, convocando a los pobres… nos sentamos con Él, a su mesa. Y nuestro gozo se hizo
Eucaristía… y nos llenamos de su fuerza, de su ardor… ¡cada noche!
Momentos comunitarios
Las visitas, el encuentro personal con los vecinos, con las familias, con las
comunidades cercanas, fueron engendrando un rosario de encuentros masivos:
1) El día de Reyes con los niños: la Escuela se llenó de sonrisas, de juegos, de sorpresas… de
la frescura de los niños tan alabados por Jesús. Y los Magos repartieron regalos… Y Jesús
mismo amplío su mesa generosa para todos, chicos y grandes.
2) El domingo 9 de enero, fiesta del Bautismo de Jesús. Encuentros comunitarios de los
misioneros con Comunidades cercanas:
a. En EL Quemado: Misa a las 9, con bautismos. Luego, reunión de vecinos, que entre
mate y mate, van fortaleciendo sus lazos de comunidad, empeñada en reunirse, en
orar juntos, en lograr entre todos fondos para terminar la capilla.
b. En Tres Bajos. Misa con bautismos a las 11, reunión con los vecinos y almuerzo
comunitario.
c. Y al atardecer, ¡Encuentro para un chichoneo misionero! Nosotros con los
misioneros de Taco Pozo, los jóvenes santiagueños – pequeño resto de la parroquia
San Roque de la Capital - acompañados por Cristian, novicio paraguayo y algunos misioneros de Barracas y asesorados por el P. Gilberto, del Paraguay. El compartir
fue informal y muy variado:
- Experiencias de cada grupo, personales, de la actividad misionera, tan linda!
- Empanadas, lechón asado, presentes de familias buenas, (y fruto del
evangelio siempre tan generoso!) Y unas pizzas de primera, obra del experto
cocinero, Adolfo Vázquez.
- Los talentos de artistas: guitarras y bombo, cantos y bailes… hasta que las
velas – y Roxana - dijeron basta!
3) La clausura de la misión: el viernes 13 de enero. Desde Taco Pozo, Quebrada Esquina, El
Quemado, Los Ruices, Doña Grimanesa… partieron vecinos entre rezos y cantos, guiados
por las imágenes de sus patronos, María del Valle, de Huachana, del niño perdido, de San
Cayetano, San Roque… todos se reunieron para la mesa de Jesús. Momento emocionante
que culminó en un ágape entre todos. ¡Alcanzó… y juntaron 12 canastos para que nada se
pierda!
Y como en el Sauce y Taco Pozo, también en Nueva Esperanza. La Comunidad de
Rosario, asesorado por el experimentado e incansable misionero P.Bruno, desplegó su actividad,
plena de ardor sembrando fe y alegría por los barrios.
Las tres Comunidades misioneras juntas organizamos dos eventos generales:
⋅ El Retiro kerigmático, 11 de el martes enero animado por un equipo de laicos y los
sacerdotes.
⋅ La jornada para los jóvenes, animada especialmente por la Comunidad de Rosario
con la colaboración del P. Pepe y de las otras Comunidades.
ASÍ, desde hace más de 25 años, Betharram comienza entre nosotros el
descanso del verano, cambiando de actividad, como solía hacer el P. Garicoïts,… salimos en
Comunidad a misionar los primeros 15 días de enero.
Es la Comunidad de Jesús, Betharram, su Iglesia, la que misiona. Esa Comunidad que vive la fe
en su Resurrección y busca para los demás la misma felicidad..
Comunidad que reza, que celebra la Eucaristía, que vive en comunión: comparte el pan, el
trabajo, conlleva las cargas unos de otros.
Comunidad que cada día se sienta a los pies del Maestro: lo contempla, alimenta en Él, ese
impulso ardiente e imparable de hacer propia su causa: evangelizar a los pobres.
Comunidad misionera que misiona a su estilo: “¡Aquí estoy, Señor! ¡Más por amor que por
cualquier otro motivo! ¡En lugares que otros no quieren!” ¡En comunión con la Iglesia de Jesús,
santa y pecadora! ¡En familia de Betharram!
Comunidad que busca de verdad para los demás - especialmente los pobres - la misma
felicidad de ser de hijos del mismo Padre.
Éramos muchos, de lugares diversos como también de diversas edades y estados de vida,
organizados en tres comunidades:
- En Nueva Esperanza, Comunidad de Rosario asesorada por el P.Bruno.
- En Taco Pozo, Comunidad de santiagueños y algunos de Buenos Aires, asesorada
por los Padre Gilberto y Sergio,
- En El Sauce, Comunidad de Buenos Aires, asesorada por el que escribe.
Había de Brasil, de Paraguay, de Argentina. ¡Muy lindo que la Región vaya encontrando
espacios para compartir el carisma, la misión, como se expresó en el 1er. Capítulo Regional!
Había de Adrogué, de Barracas, del Colegio San José de Buenos Aires, de Rosario, discípulos
de la Parroquia San Roque de Santiago del Estero, de Recreo de Catamarca. ¡Qué bueno que la
misión anude a las Comunidades del Viarur! Había ancianos, avezados con más de 20 años de experiencia, - Lito, Adolfo, Carmen con sus
60 largos… Roxana y Gustavo y Claudia pisando los 40… -
Había jóvenes ardientes, que buscan encontrarse con Jesús, allí donde Él mismo dijo que lo
encontraríamos indefectiblemente, entre los pobres: Tomás, Nati, Lula, Leandro, Daniela,
Rocío, Luli, Maru.,, columnas de la comunidad misionera.
Había matrimonios, Roxana y Gustavo, Natalia y Tomás.
Había sacerdotes del clero – Padre Pepe – y sacerdotes religiosos – P. Gilberto, paraguayo,
que trabaja en Brasil, PP Bruno, Sergio y Paco , del Viarur.
Había un diácono, Daniel Pavón, paraguayo, en pleno reencuentro con su vocación sacerdotal
Había escolásticos brasileños, Marcelo Rodrigues da Silva y Francisco de Asís dos Santos, que
concluyeron los estudios académicos y comienzan su preparación a los votos perpetuos y al
diaconado.
novicios para la vida religiosa beth – Paulo, Maicon, Jeferson, Iran, brasileños, y Cristian,
paraguayo, y novicios para la vida misionera beth: Rosario y Pablo Cantón, Rosario Daniele,
Clarita Woites y Vicky Woites, fresquitos con sus 16 años, soñadores y desbordantes de
generosidad. Todos de la familia de Betharram. Todos del Aquí estoy.
Unidos en un solo corazón, bajo los ojos buenos de María, la Madre, afrontamos esta tonificante
experiencia misionera y también carencias importantes
- Una lluvia persistente: nos hizo crecer en asumir con alegría la dificultad del barro, de
mojarnos, de una humedad pegajosa que impedía que la ropa se secara… Salíamos de las aulas
donde descansábamos al barro…
- Las juanitas – insectos de muy mal olor, que irritan la piel con su secreción - visitaban
nuestras misas, reuniones nocturnas, cenas…
- La escasez de agua. Servicio de agua sólo unas horas por día. Sábados y domingos, descanso
sagrado: no se daba agua, ¡a medirse en todo…¡también en ducharse a pesar del calor!
- Deficiencias notables en el edificio de la Escuela: aulas sin electricidad, los baños sin agua...
¡todo con baldes!…
Como buenos misioneros betharramitas, a ejemplo del P. Garicoïts, del P. Guimón y tantos
otros betharramitas, descubrimos en cada problema un desafío: bajo la dirección experta de
Gustavo, improvisamos duchas, conectamos cables, rellenamos charcos, colocamos lámparas,
reflectores…
¡Nada ni nadie nos impidió lograr para los demás la misma felicidad!
P. Paco, testis
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Cuando se busca la voluntad del Padre, se va más allá de la Ley...

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Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Era el mejor regalo que habían recibido de Dios. En todas las sinagogas la guardaban con veneración dentro de un cofre depositado en un lugar especial. En esa Ley podían encontrar cuanto necesitaban para ser fieles a Dios. Jesús, sin embargo, no vive centrado en la Ley. No se dedica a estudiarla ni a explicarla a sus discípulos. No se le ve nunca preocupado por observarla de manera escrupulosa. Ciertamente, no pone en marcha una campaña contra la Ley, pero ésta no ocupa ya un lugar central en su corazón.

Jesús busca la voluntad del Dios desde otra experiencia diferente. Le siente a Dios tratando de abrirse camino entre los hombres para construir con ellos un mundo más justo y fraterno. Esto lo cambia todo. La ley no es ya lo decisivo para saber qué espera Dios de nosotros. Lo primero es "buscar el reino de Dios y su justicia".

Los fariseos y letrados se preocupan de observar rigurosamente las leyes, pero descuidan el amor y la justicia. Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios». Hay que superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas.

Cuando se busca la voluntad del Padre con la pasión con que la busca Jesús, se va siempre más allá de lo que dicen las leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para todos, lo importante no es contar con personas observantes de leyes, sino con hombres y mujeres que se parezcan a él.

Aquel que no mata, cumple la Ley, pero si no arranca de su corazón la agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que no comete adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su hermano, no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios; son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un mundo más humano.

Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por tierra el patrimonio legal y religioso del antiguo testamento. Ha venido a «dar plenitud», a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a liberar la vida de los peligros del legalismo.

Nuestro cristianismo será más humano y evangélico cuando aprendamos a vivir las leyes, normas, preceptos y tradiciones como los vivía Jesús: buscando ese mundo más justo y fraterno que quiere el Padre.


José Antonio Pagola

13 de febrero de 2011

6 Tiempo ordinario (A) Mateo 5, 17-37

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Monday, February 07, 2011

Lema Regional para 2011

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Va creciendo un retoño del tronco de Jesé…!

“Un retoño saldrá del tronco de Jesé, un brote surgirá de sus raíces.

Sobre él reposará el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Señor y para respetarlo, y para gobernar según sus preceptos.

No juzgará por las apariencias ni decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y defenderá el derecho de los pobres del país. Su palabra derribará al opresor, el soplo de sus labios matará al malvado. Tendrá como cinturón la justicia, y la lealtad será el ceñidor de sus caderas”.

(Is 11,1-5)

Queridos betharramitas:

¡Hijos del Corazón de Jesús, una familia de discípulos misioneros en nuevos caminos de comunión!. (2009)

¡Sedientos de amor de Dios, samaritanos en su época y cultura, misioneros como Garicoïts sacerdote!. (2010)

En este año el Santo Padre, Benedicto XVI, ha propuesto a la iglesia que reflexionemos y nos dediquemos a reconocer y amar el misterio de la Vidaa todos los niveles.

Se trata de la Vida que el Señor nos ha dado.

Veamos si la estamos administrando bien, si somos dóciles a su acción divina en nosotros y sensibles a las necesidades vitales de cuantos nos rodean.

El Señor nos ha hecho un encargo a cada uno: como personas, como familia, como comunidades, en una “época” semejante a un “árbol seco” que atraviesa el camino de la humanidad colapsada por tantas expresiones de muerte…

En ese humus el Señor se empeña, todavía, en que demos fruto!

Es entonces cuando la imagen del retoño que nace del árbol seco resuena en mi memoria. La ramita porfiada que se abre paso en la vida de Betharram como si fuera una Palabra viva que surge nueva desde lo viejo.

Estamos invitados a sacar de ella el mayor provecho.

Para ello, les comparto ahora algo personal: hace tiempo que sentía internamente el deseo de hacer una experiencia fuerte de reflexión y cambio. Gustar internamente el Evangelio, convertirme. Necesitaba acompañar mejor la misión que me habían confiado en la Región, vivirla como un “yugo suave”, “una carga ligera”. Peregrinar con una actitud de fe, encarnada en la realidad.

Me decidí, entonces, a hacer 30 días de EE.EE. en noviembre de 2010. Ni sospechaba que mi lucha por la Vida recién estaba comenzando…

Debí abrirme paso entre grandes oposiciones interiores que descubrí, nacían de mi mismo, de mi historia no sanada, y del propio medio en que aún crece la Vida Nueva. Un poco como ese retoño que quiere crecer y parece que no podrá con el arbol seco, pero al fin: puede….

Cuánta gratitud me nace de lo vivido. ¡Cómo no alabar a Dios por su Resurrección!

Esa experiencia de Villa Allende, Córdoba, con el P. Rossi s.j., y un grupo muy bueno de religiosos, laicos y padres diocesanos; jamás caerá en el jardín del olvido.

También descubrí algo importante: que nunca terminaré de pagar las gracias recibidas del Señor en esos días. “¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho…?” (Smo. 115).

Tengo la convicción –así me lo han hecho entender- que todo lo bueno que he experimentado en ese mes se desplegará en el tiempo según la Divina Providencia lo permita… Es una planta que crece de a poco.

Por el momento sigo cargando con mi humanidad, a veces maltrecha, aunque muy renovado en la esperanza y sin perder la alegría –signo del Espíritu-. De hecho, he dado paso a un ritmo de vida interior al que no estaba muy acostumbrado. Como si me hubieran “inyectado Vida” (como una “vacuna de Gracia”) para que “tome con mis manos las serpientes y si bebo algún veneno no me haga daño” (Mc 16,18). Pero por las dudas no voy a desafiar a la providencia…

Qué bueno es el Señor con nosotros: ¡Dichoso quien en Él se refugia!. (Smo 33)

En ese sentido, hay que reconocer que el camino que la congregación está haciendo en la revalorización de los EE.EE. de San Ignacio, nos está haciendo mucho bien a todos: religiosos, laicos, jóvenes, familias, etc.

Desde los orígenes, San Miguel discernió el carisma a la Luz de lo que el Señor le fue mostrando a solas y en la oración de los EE.EE.

Siempre partiendo de la vida misma, con el realismo de la encarnación, incluyendo a todos los que el Señor ha puesto a nuestro lado en la misión.

Un buen antídoto contra las experiencias pseudo-mísiticas que nunca faltan.

Un compromiso cada vez mayor con la Iglesia y con nuestra sociedad, tan necesitada de testigos ungidos.

Al llegar a Buenos Aires, me topé con “una tromba” y con “un auténtico misionero”….

La tromba: un religioso joven que me dijo: ¡Basta de lemas largos! (recordé que también me lo había dicho un representante legal del colegio que tenía que pagar los carteles… y le cobraban por palabra….).

Entre otras cosas…, “la tromba” me dijo: “Betharramitas: ¡sí a la vida!”.

Con él delante, me sentí un poco como el profeta Elías en la cueva frente al terremoto y el fuego”… (cf. I Re 19, 12-14) pero después, al llegar la suave brisa me dije: ¿Por qué no?

Y me di cuenta de algo: este 2011, año del Capítulo General, es un año para mirarnos con realismo y percibir cuales son los signos de Vida, las cosas que crecen como el retoño, las que agonizan, y las que ya están muertas….

El auténtico misionero me desafió:

Es un sabio laico de vida muy entregada que me dijo hace poco. “Creo que a los betharramitas nos está faltando audacia”. Hemos caído (se advierte al menos en algunas partes) en una especie de acuartelamiento. Una actitud conservadora. Motivada, tal vez porque se dispone de medios para asegurar la subsistencia. Como el reservorio de agua, de energía, etc. Pero que termina por ser poco evangélica. Como una lámpara encendida puesta bajo el cajón.

San Ignacio diría que eso nos pasa porque: tenemos la simple aspiración de llegar a “cierto grado de contentar nuestra alma”.

Recuerdo que el P. Gaspar, como formador, cuando compartíamos la Palabra los sábados por la mañana en el seminario nos motivaba así: “Muchachos, compartan lo que vive cada uno con sencillez y con audacia”.

Eso excitaba nuestro impulso interior (tan característico del betharramita), lo sacaba de la caja de seguridad en que estaba guardado…

Jesús también ponía a los apóstoles sobre aviso en relación con los boqueteros de la época…. (cf Lc 12,39)

Velemos, entonces, pero sirvamos a la Vida con la mirada puesta en los nuevos horizontes. Despojados de todo, como quería San Miguel, especialmente de nosotros mismos…. De otro modo, nuestras ideas fijas nos llevaran por caminos aparentemente “seguros” pero no sabios. Tan llenos de garantías como de necedad…

Salí de allí pensando:

sin entregarnos a los quereres del Padre, para sufrir y hacer cuanto El dispusiere, estamos perdidos.

San Rafael Arnaiz Barón, un trapense feliz pero bien acostumbrado a los sufrimientos, repetía una frase densa como su vida interior y simple como el vuelo de una paloma:

“En la vida, todo consiste en saber esperar”. Pero esperar qué…?:

¿La muerte?, ¿la era de Acuario que lo cambiará todo?, ¿el apocalipsis de los Mayas en 2012?...¿que se terminen de caer las instituciones obsoletas?,

¿que el subjetivismo hipercrítico de la época acabe con la historia, las ideas, y nos deje sumidos en la incertidumbre?.

¡Nuestra esperanza está puesta en Jesucristo, el único que puede salvar!.

Para 2011 confío en que nuestra esperanza sea activa y vital:

  • como el Centinela que espera la aurora,
  • como la madre que espera dulcemente a su hijo sabiendo que lo dará a luz con dolor…,
  • como el Padre misericordioso que aguarda al suyo –pecador- mirando hacia el horizonte hasta que consiga borrar su pecado en un abrazo inefable.

Queridos Betharramitas:

El Señor ha dicho: He venido para que tengan vida y vida abundante.

“El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

El lema que les propongo para la Región en este 2011 es:

Betharramitas: ¡Sí a la Vida!

La Vida a la que estamos llamados a manifestar es la Vida de Dios en nosotros, como personas, como comunidades.

No es la vida, como fin en sí mismo, sino la Vida como Don y Tarea. Como conquista de la libertad que nos conducirá amorosamente a ganarla, en cierta forma a merecerla.

Se trata de la Vida Verdadera, la que presenta dulcemente a todo Betharramita el Corazón de Jesús en todas sus expresiones.

La Palabra, que se encarna para que tengamos vida, ilumina nuestros pasos como una lámpara que nunca se apaga.

Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida»”.(Jn 8,12)

Esta vez, les propongo que sigamos a esa Palabra Encarnada, Jesucristo, como a una Luz que brilla en las tinieblas y que por amor viene a habitar en medio de nosotros. Jesús, Luz que da vida: acogerlo, recibirlo, atender y acompañar a quienes no tienen voz, ni espacio para sustentar su Vida en este mundo.

Cito a un hermano muy querido que me decía algo lindo sobre este tema:

¡Sí a la Vida!

La Vida que cada uno de nosotros ha recibido como don y vocación del Padre; la Vida de todos los seres, de toda la creación, soñada y querida por Dios; de toda la Vida humana en su conjunto, millones y millones de vidas, de historias, de gente; la Vida de nuestro carisma betharramita y la espiritualidad de San Miguel, la Vida de nuestros hermanos que a lo largo y ancho de nuestro continente sienten la vida y la fe amenazadas.

“¡Sí a la Vida!, con una conciencia global de la Madre Naturaleza, de esa gran creación de Dios puesta al servicio del hombre, con una ecología que respeta, escucha, se nutre de los dones que están a nuestro alcance; pero sin abusos, sin contaminación, sin desperdiciarla como mero stock de recursos baratos…

“¡Sí a la Vida!, porque la respetamos desde el momento de su gestación, la queremos, la amamos. Y así queremos cuidarla, protegerla, afianzarla y acrecentarla. Reconocemos que todo es don del Padre en Jesús por la Fuerza del Espíritu. Queremos hoy cuidar la Vida. Es como sucede con una mujer embarazada: ante cualquier señal de peligro, abraza con todo su ser el seno en el que se gesta la vida nueva, la protege, la cuida. Así queremos tratarnos nosotros. Y nos sentimos hermanos de tantos hermanos que sufren, los marginados, los sobrantes, los pobres, los niños y los jóvenes, los ancianos, las madres solteras, los que son explotados y esclavizados, los que sucumben frente al droga y al alcohol, los que están presos de su violencia y de su miedo, los que están encerrados, los que se cerraron a la Nueva Buena de la Vida de Jesús, los que no tienen Dios, los que se quedaron sin tierra, sin hogar, sin familia, los enfermos, los que agonizan, los que tienen la vida y la fe amenazadas…

“¡Sí a la Vida!, porque somos hermanos, religiosos y laicos y así nos sentimos. Y de esta manera también compartimos una misma misión, la de Jesús, la de Miguel y la de tantos betharramitas: lograr para los demás la misma felicidad. Nos sentimos salvados y liberados por este Dios-Amor y queremos proclamar esta Buena Noticia al mundo entero, queremos gritar con nuestra Vida que Jesús el lo mejor que nos pasó y que somos por eso felices. Queremos poner de manifiesto que la Vida reclama y la Vida compromete. Queremos defenderla y queremos acrecentarla: en nuestras comunidades religiosas, educativas, juveniles y parroquiales. Queremos tener siempre la Vida nueva de Jesús, que lo llenó y lo impulsó a entregarse siempre por entero a la Voluntad de Dios y vivir así su Pascua y salvarnos del poder del pecado. Queremos hacer de la Pascua de Jesús nuestro modo de vida…

“¡Sí a la Vida!, ese es nuestro grito de batalla ante tanta cultura de muerte, que discrimina, separa, divide, mata. Cultura de la que se impregnan la TV, la radio, la Internet y los demás medios de comunicación; cultura que banaliza la Vida, la reduce, la pone en riesgo, la denigra, la sexualiza, la hace un mero instrumento a merced de estructuras de poder: político, económico, mediático, social y religioso. Hoy le decimos ¡No! a la cultura de la muerte y le decimos un ¡Sí! firme, seguro y fuerte a la Vida y a su cultura, que dignifica, levanta, pone de pie, abraza, escucha, comprende, tolera, ama, no le teme a la diversidad, no discrimina, pone de manifiesto lo común y realiza proyectos, sueña a lo grande, se apasiona por los niños y los jóvenes, los pobres y los necesitados. Una Vida que se hace familia entre un varón y una mujer, que se hace hijos y nietos, que dura, que amasa realidad y es escuela de amor, ternura y cariño…”


Y ahora la palabra de un “sediento del amor de Dios”

Decir Betharramitas: ¡Sí a la Vida! es también decir:

Betharramitas:

Que nuestra VIDA y misión

sean fiel reflejo de la Luz de la Palabra,

que pone su morada entre nosotros”

Decía San Miguel Garicoíts que Dios nos ha dado a Jesucristo para morar con nosotros, para iluminarnos, darnos vida, “siendo como éramos sus enemigos”.

Cuando nuestra vida (pequeñita, con minúscula…) se centra en las sombras de este tiempo, sólo acaba por “cansarse en vano”. Porque “nada bueno hay en mi carne” dice San Pablo a los Romanos.

En este año en que el Capítulo General nos presentará aprobada la nueva Regla de Vida, tomamos consciencia de que la frialdad de la Ley (palabra) no podrá salvarnos ni salvar a nadie, quedará en Letra muerta si no la encarnamos en nuestra vida de religiosos felices.

Nos justificaremos, pero no seremos justificados, porque el único que puede hacerlo

(y lo ha hecho!) es Jesucristo, Palabra de Vida.

Cuando en cambio escuchemos su palabra, lo sigamos: transformaremos en obras de Amor (Luz) lo que ha quedado en “letra muerta” (oscuridad), entonces nos volvemos LIBRES para seguirlo más de cerca.

Dejarlo todo POR AMOR A SU PALABRA que nos llama e interpela nos hará herederos de un TESORO inagotable en el Cielo.

Betharramitas: “sí a la Vida”.

Hago un llamado a los/las jóvenes laicos/as para presentarles a Jesús, Joven feliz, lleno de Vida que ofrece la Vida por todos, como un amigo, el mejor amigo, el más Bello de los hombres, el que tiene el Amor más grande.

Un joven que siente su vida cuestionada por la Palabra y el testimonio de Vida de los cristianos, busca a Cristo. Porque descubre que es mejor disfrutar siempre de la Vida que Dios nos da, que pasar la vida divirtiéndose en placeres virtuales, que lo llevan reiteradamente del vértigo a la desolación. Y de ahí, a un innumerables ventanas de sinsentido…

Levantémonos, entonces, y caminemos como Región tras las pisadas del Jesús. Benedicto decía al comienzo de su pontificado: no tengamos miedo de encontrarnos con Jesús, sólo con él. Su soledad está poblada de una Luz de vida que nadie nos podrá quitar. Su cruz y su desierto, son antesala del Gozo de la Vida liberadora de toda esclavitud en este mundo.

Quisiera que todos los betharramitas de la Región vivieran en Acción de Gracias este tiempo de espera activa, con la mirada puesta siempre en el futuro, pero trabajando incesantemente en la vida cotidiana para que el Señor, al llegar, nos encuentre ocupados en la tarea encomendada. Si a su llegada nos encontrara sólo con manos vacías, sabemos con San Miguel, que no deberemos sino abandonarnos en sus manos con total confianza para recibir, de su Misericordia infinita, el abrazo prometido por él mismo cuando dijo: “Vengan a mí, benditos de mi Padre”.

Los quiere y ofrece su pobre oración de hermano y amigo en el Señor deseándoles un feliz 2011:

P. Gustavo scj

Superior Regional
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Friday, February 04, 2011

Sal y Luz

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JOSÉ ANTONIO PAGOLA, vgentza@euskalnet.net
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 02/02/11.- Si los discípulos viven las bienaventuranzas, su vida tendrá una proyección social. Es Jesús mismo quien se lo dice empleando dos metáforas inolvidables. Aunque parecen un grupo insignificante en medio de aquel poderoso imperio controlado por Roma, serán «sal de la tierra» y «luz del mundo».

¿No es una pretensión ridícula? Jesús les explica cómo será posible. La sal no parece gran cosa, pero comienza a producir sus efectos, precisamente, cuando se mezcla con los alimentos y parece que ha desaparecido. Lo mismo sucede cuando se enciende una luz: sólo puede iluminar cuando la ponemos en medio de las tinieblas.

Jesús no está pensando en una Iglesia separada del mundo, escondida tras sus ritos y doctrinas, encerrada en sí misma y en sus problemas. Jesús quiere introducir en la historia humana un grupo de seguidores, capaces de transformar la vida viviendo las bienaventuranzas.

Todos sabemos para qué sirve la sal. Por una parte, no deja que los alimentos se corrompan. Por otra, les da sabor y permite que los podamos saborear mejor. Los alimentos son buenos, pero se pueden corromper; tienen sabor, pero nos pueden resultar insípidos. Es necesaria la sal.

El mundo no es malo, pero lo podemos echar a perder. La vida tiene sabor, pero nos puede resultar insulsa y desabrida. Una Iglesia que vive las bienaventuranzas contribuye a que la sociedad no se corrompa y deshumanice más. Unos discípulos de Jesús que viven su evangelio ayudan a descubrir el verdadero sentido de la vida.

Hay un problema y Jesús se lo advierte a sus seguidores. Si la sal se vuelve sosa, ya no sirve para nada. Si los discípulos pierden su identidad evangélica, ya no producen los efectos queridos por Jesús. El cristianismo se echa a perder. La Iglesia queda anulada. Los cristianos están de sobra en la sociedad.

Lo mismo sucede con la luz. Todos sabemos que sirve para dar claridad. Los discípulos iluminan el sentido más hondo de la vida, si la gente puede ver en ellos «las obras» de las bienaventuranzas. Por eso, no han de esconderse. Tampoco han de actuar para ser vistos. Con su vida han de aportar claridad para que en la sociedad se pueda descubrir el verdadero rostro del Padre del cielo.

No nos está permitido servirnos de la Iglesia para satisfacer nuestros gustos y preferencias. Jesús la ha querido para ser sal y luz. Evangelizar no es combatir la secularización moderna con estrategias mundanas. Menos aún hacer de la Iglesia una “contra-sociedad”. Sólo una Iglesia que vive el Evangelio puede responder al deseo original de Jesús.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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