Sunday, July 26, 2009

Todavía quedan profetas en estos días...

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Bergoglio: el Cardenal que no le teme al poder
Noticias de Revista:

Pudo ser papa. Sin embargo, en su fuero más íntimo deseó que no lo votaran.
Aquel 19 de abril de 2005, el día en que Joseph Ratzinger fue elegido para suceder a Juan Pablo II, el nombre de José Mario Bergoglio circulaba con peso entre quienes se animaban a hacer pronósticos sobre el resultado final de la elección del cónclave. Ratzinger fue escogido tras cuatro votaciones, con 84 votos de los 115 cardenales presentes, y su contrincante no fue el cardenal aperturista Carlo Maria Martini, como se decía, sino el arzobispo de Buenos Aires. Llegó a recibir, en el tercer escrutinio, 40 votos. Martini sólo alcanzó 9 sufragios en la primera votación. El más votado, tras Ratzinger, fue finalmente Bergoglio. El arzobispo de Buenos Aires, el argentino nacido en el barrio de Flores, en 1936, se quedó con 26 votos en la cuarta ronda, según la revista italiana Limes.
"Nunca quiso que lo trasladaran a Roma; siempre quiso quedarse en su país", afirma Andrea Tornielli, vaticanista de Il Giornale. El padre Guillermo Marcó, responsable para la Pastoral Universitaria del Arzobispado de Buenos Aires, recuerda su encuentro con Bergoglio aquel día en el Vaticano, cuando finalizó el cónclave. "El siempre dice: «Rezá por mí». Yo le comenté: «Nunca recé tanto por vos como en estos días». El me contestó: «Te agradezco; nunca necesité tanto una oración como el martes a la mañana». No aclaró de qué se trataba. Los cardenales tienen vedado hablar sobre la elección.
El hombre que necesita oraciones es el mismo que no le teme al poder político. En los últimos años, las declaraciones públicas de Bergoglio sobre los grandes temas sociales incomodaron a los gobiernos de turno, trazaron diagnósticos sobre la niñez y la pobreza, marcaron alertas sobre el futuro del país. Habló de "los que caben en el sistema y los que sobran, por culpa de las contradicciones". Dijo que en la calle hay "niños esclavos" y que la pugna política es "la gran enfermedad de los argentinos".
No es que a Bergoglio no le guste el poder. Es más: lo disfruta en su cargo. Lo que no le interesa particularmente es sentarse con los poderosos.
Las fuentes más cercanas al cardenal dicen que la relación con los Kirchner no es mala: es pésima. Jamás lo recibió a Néstor Kirchner durante su presidencia. Los miembros más encumbrados del Gobierno pidieron reiteradas audiencias, pero no querían acercarse hasta el Arzobispado. El cardenal aclaraba que si él quería hablar con el presidente iba a la Casa de Gobierno, y que si el presidente quería hablar con él tenía que ir al Arzobispado. "Los Kirchner querían que apareciera Bergoglio yendo a la Rosada. Jamás se prestó a eso en cuatro años de gestión y las relaciones fueron frías y duras. Claro que, cuando se encuentran, hay cordialidad porque son educados", afirma uno de sus colaboradores.
Según Fortunato Mallimaci, sociólogo de la UBA, investigador del Conicet y especialista en temas religiosos "lo que dislocó la relación con los Kirchner fue la fuerte presencia de los organismos de derechos humanos. La clave es que en la sociedad argentina se piensan juntos lo político y lo religioso. No es sólo dedicarse a orar. Entonces, se crea una democracia muy tutelada, y cuando el Gobierno tiene que tomar decisiones sobre educación sexual, métodos anticonceptivos, cantidad de hijos o prevención del sida, tiene que consultar a la Iglesia. En muchas sociedades, la profunda crisis de representatividad de los partidos políticos que no son capaces de dar respuesta a la gente hace que los grupos religiosos ocupen un lugar que nadie hubiese imaginado hace años".
El tema de los derechos humanos siempre fue controvertido en relación con Bergoglio. "A Alicia Oliveira (actual defensora del Pueblo) la salvó de ser desaparecida por la dictadura. Y cuando se entrevistó con Videla fue a pedirle por los curas", dice el padre Marcó.
Diana Rocco, metodista, profesora de Historia de la UBA y especialista en historia antigua de la Iglesia, agrega: "Bergoglio, por ejemplo, tiene buena relación con la Iglesia Metodista, por ser defensor de los derechos humanos, desde siempre".
Hablar de los pobres
Son las 15.30 de un lunes. Pasaron apenas dos horas desde que dejamos una carta en el Arzobispado pidiéndole una entrevista. Suena el teléfono.
-Habla el padre Bergoglio -dice el hombre, del otro lado de la línea-. Le agradezco su interés, pero salir en una revista sería un acto de vanidad.
José Mario Bergoglio, uno de los 183 cardenales de la Iglesia Católica, está despierto desde las 4 de la mañana. Tiene una libretita pequeña, que guarda en el bolsillo, donde anota el orden de sus audiencias. Quienes lo conocen bien no recuerdan que haya dejado alguna llamada sin responder.
"Mi papá siempre decía que cuando vayas subiendo vayas saludando a todos, que son los mismos que te vas a encontrar cuando empieces a bajar", le dijo al padre Guillermo Marcó, el día en que Juan Pablo II lo proclamó cardenal, en 2001.
Algunos integrantes de la Compañía de Jesús recuerdan con cierto resquemor su paso por esa orden religiosa en tiempos de violencia política en la Argentina, cuando Bergoglio, que había sido ordenado sacerdote en 1969 y llegó a ser provincial desde 1973 hasta 1979, ejerció su autoridad con dureza. Durante los años 70, la Iglesia Católica vivió una gran crisis interna de la cual la Compañía de Jesús no estuvo exenta.
"Esa crisis interna se desató después del Concilio Vaticano II, y luego de la reunión de todos los obispos de América latina, en el año 1968, en Medellín, donde se ratificó la idea de dejar el Estado y los regímenes de seguridad e ir hacia los pobres. Bergoglio no estaba de acuerdo con esta postura. Catolizarse y militarizarse forman parte de la idea de la mayoría de los miembros del Ejército y de la Iglesia Católica. Bergoglio estaba en contra de los sacerdotes que hacían trabajo en las villas por parecerle demasiado politizados", explica Mallimaci.
Sectores cercanos a Bergoglio relativizan ese pensamiento. Dicen que, en realidad, Bergoglio quería que los sacerdotes hicieran trabajo de sacerdotes y no de punteros políticos. E insisten en que en la Compañía de Jesús existía una obediencia férrea: la orden emanaba de Roma, y la de Bergoglio no era una decisión personal.
Eran tiempos del padre Mujica. La crítica más fuerte que le hacía Bergoglio al mítico cura villero es que éste había viajado junto al general Juan Domingo Perón cuando el ex presidente volvía de Puerta de Hierro. Eran tiempos en los que se hablaba de recurrir a la violencia para lograr un mundo más justo. Pensamientos, para Bergoglio, incompatibles con el Evangelio. La decisión de retirar a los curas de las villas de emergencia se relacionaba con aquella particular situación histórica. Hoy, sin embargo, muchos de los sacerdotes que trabajan en las villas de emergencia reivindican a ese mismo hombre, sin dejar de defender también al padre Mujica.
Curas como Pepe Di Paola, del Equipo de Sacerdotes para la Pastoral de las Villas de Emergencia, que este año presentó un duro documento sobre la droga en zonas marginales, tiene una relación excelente con Bergoglio.
Las posturas en torno de este tema son dispares. "Los jóvenes sacerdotes de las villas sacaron el documento sin preguntarle a Bergoglio. Si hay algo evidente en la Iglesia Católica es la crisis de autoridad", dice Mallimaci.
Según confiesan en privado algunos curas villeros, antes de cada conferencia de prensa, en los días en que el tema acaparó la atención de la sociedad, acordaron con el cardenal qué se diría y en qué tono.
"Los sacerdotes enviaron primero el documento por correo electrónico a todo el clero y al día siguiente hicieron una conferencia de prensa. Es una forma de recuperar la mística de una Iglesia embarrada", dice el padre Alejandro Russo, secretario de la Vicaría de la Pastoral de la Arquidiócesis de Buenos Aires.
"Lo que no aguantan los que se llenan la boca hablando de los pobres es que el arzobispado de Buenos Aires nunca dejó de tener presencia en las villas. Y siempre los curas villeros estuvieron integrados a la vida diocesana", asevera.
De castigado a premiado
Es muy austero en su forma de ser. Elige alimentos frugales y sanos, y toma un vaso de vino de vez en cuando. Le gustan la fruta, el pollo sin piel y las ensaladas. Salvo excepciones, como aquella vez en que comentó con humor: "¡Qué bueno!, voy a un convento de monjas a comer bagna cauda".
Por rutina, y salvo que tenga algún encuentro planeado, Bergoglio almuerza y cena solo. No acepta ir a comer afuera, no come en ningún lado que no sea la Curia. No se queda a comer en las parroquias. No va a comer a una casa de familia.
Tiene buen sentido del humor, es simpático, tiene chispa e ingenio. Es rapidísimo, le gustan las contestaciones rápidas y se divierte cuando dice algo gracioso y alguien le contesta. En realidad, siempre busca ser claro, pero suave, aun cuando tiene que corregir a alguien. Conoce a muchísima gente y tiene amigos. Son amistades muy francas y de todos los sectores, no solamente de la Iglesia.
Pero es difícil debatir con Bergoglio, que fue siempre un hombre de carácter. Se puede desplegar el repertorio de argumentos más grande del planeta, pero si él ya tiene una idea tomada discutirá con el clero completo, y luego hará lo que le parece, esté donde esté.
Después de ser provincial de los jesuitas en la Argentina, lo destinaron a Córdoba para que fuera, simplemente, confesor en una iglesia. En esta misión estaba, según explican allegados, la idea profunda de volver al ejercicio comunitario, de no dejar lugar a la vanidad o a la búsqueda del poder humano, sobre todo porque lo que importa es la orden, la congregación, la Iglesia, y no las personas.
El padre Alejandro Russo señala que haber destinado a Córdoba a Bergoglio "provenía de la idea de dejar que el nuevo provincial tuviera más lugar para desarrollarse".
Otras versiones dicen, en cambio, que Bergoglio fue castigado. Que la congregación lo castigó por haber entregado la Universidad del Salvador a los laicos. Era una universidad que estaba "ideologizada", que había tomado una posición tercermundista, o de izquierda. Cuentan que tan castigado estaba entonces que le abrían la correspondencia, y que permanecía prácticamente confinado.
A muchos les sorprendió que Bergoglio se convirtiera en el arzobispo de Buenos Aires. Cuando, en 1992, el cardenal Antonio Quarracino lo nombró obispo auxiliar en la Arquidiócesis era poco conocido.
Según Mallimaci, "se hablaba del obispo de Paraná, monseñor Karlik, presidente de la Conferencia Episcopal, como heredero de Quarracino. Pero Karlik aparecía como demasiado espiritual, demasiado despegado de los partidos políticos y de todo lo que tuviera que ver con el Estado".
La elección de Bergoglio como arzobispo, en 1998, fue revolucionaria. Hasta entonces era necesario que el arzobispo de Buenos Aires hubiera pasado por el cargo en alguna otra ciudad del país. No se respetó "el escalafón", dicen algunos. Fue una decisión oportuna del cardenal Quarracino, dicen otros. El entonces cardenal ya estaba enfermo y mayor, y nombró a Bergoglio arzobispo coadjutor con derecho a sucesión.
Los otros
¿Cuál es el carisma, la atracción que hace tan interesante a Jorge Mario Bergoglio? En primer lugar, su gran espiritualidad; es un hombre de oración profunda que puede encarnar en lo humano lo divino.
Tiene esa dimensión "eclesiológica", según afirman los sacerdotes que más lo conocen, para explicar en Bergoglio la unión entre lo celestial y lo terreno. Una visión de la Iglesia que se nota en la Pastoral. El cardenal tiene una doctrina teológica clarísima, de la mejor ortodoxia, pero por otro lado transmite el dinamismo que trae la frescura de la petición del pueblo de Dios. Sabe hacer una simbiosis de lo que la gente necesita y de lo que la Iglesia propone.
Suele haber, no obstante, cortocircuitos con los sacerdotes. Hay curas que le cuestionan que nunca haya sido párroco y que, por lo tanto, no termine de entender la realidad profunda en la que vive un cura que está en la barricada. Aunque le dedica mucho tiempo a escuchar a jóvenes religiosos, Bergoglio no siempre puede cumplir con las promesas que les hace. Le cuesta delegar el poder.
Tiene claro dónde quiere llegar. Los que lo conocen bien dicen que el poder no lo pone nervioso.
También recuerdan gestos conmovedores suyos, como aquella vez en que recibió una carta de una familia boliviana que estaba sin vivienda, movió cielo y tierra para conseguirles un lugar hasta que finalmente sacó plata de su bolsillo para que se instalaran en una casa. Andrea Sánchez Ruiz, profesora de Teología en la UCA, cuenta: "Es una persona muy cálida y accesible. Es amable, pero tiene en claro que dice lo que quiere decir, y no más. En general, no habla de su vida personal".
Los obispos auxiliares están acostumbrados a su concepto de "funcionalidad", como dicen los que lo rodean. Cuando elige a alguien para una función, le da participación y mantiene con esa persona un trato permanente pero no le da demasiada libertad.
La maestra
Desde su ventana es testigo de todos los acontecimientos políticos del país que tienen como escenario la Plaza de Mayo. Bergoglio vive, solo, en el segundo piso del edificio de la Curia, al lado de la Catedral. Se trata de un departamento de cuatrocientos metros cuadrados, una casa magnífica con muebles antiguos y cuadros del siglo XVIII. Cada día, de 4 a 7 de la mañana, el cardenal dedica tres horas a meditar. A las 7 ya recibe gente, tiene reuniones. A las doce y media le sirven un almuerzo rápido. Descansa unos cincuenta minutos y a la una y cuarto ya está en el despacho para empezar el trabajo de la tarde, cuando siguen las audiencias y las reuniones. Las audiencias son agotadoras; sale una persona, entra otra, y él atiende y atiende...
Muchos libros de espiritualidad y de teología se encuentran en una gran biblioteca, enfrente de su habitación. Ahí tiene también un aparato de DVD y una máquina de escribir eléctrica, ya que no maneja la computadora. Otilia y Elisa, que son sus secretarias, le imprimen todos los e-mails y se los entregan.
Bergoglio camina por el pasillo cuando reza el rosario. Le gusta el fútbol y es simpatizante de San Lorenzo. De vez en cuando, el arzobispo deja la Curia, toma el subte y se dirige a otros barrios de la ciudad. Sube a un ómnibus y se presenta en una u otra villa a bendecir nuevos comedores populares, a administrar el bautismo, a celebrar la fiesta del santo. A veces, muy pocas, se queda a comer con ellos las sopas que cocinan en enormes ollas. Después va a alguna parroquia a dar una misa por las fiestas patronales, o a un acto especial. Y se acuesta muy temprano.
Hasta 2006 se ocupaba prolijamente de escribirle a Estela Quiroga, su maestra de primer grado en la Escuela N° 8, Distrito Escolar N° 11, de Flores. Ambos mantenían una correspondencia sistemática. El le contaba cada cosa que conseguía, cada logro. Y la invitó especialmente cuando se ordenó sacerdote. Ella lo quería como a un hijo. Falleció de una neumonía a los 96 años, el 16 de abril de 2006. Era la maestra del sacerdote Jorge Mario Bergoglio, nacido en la ciudad de Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de un empleado ferroviario y un ama de casa.
El bajo perfil
Aquí, en la Argentina, cuando lo llaman por teléfono un día feriado por la mañana, se oye de lejos la radio con música clásica o de tango. Descansa con música clásica a su lado. No se va de vacaciones; no va a ningún lado, salvo cuando viaja a Roma, por trabajo.
Le gusta caminar por la capital italiana y tomar ristretto en las cafeterías, apoyado en el mostrador.
Suele pasar largos períodos, en enero o en febrero, en que no atiende a nadie por diez días; en esos lapsos escucha música y lee a los clásicos. No sale de la Curia. En realidad, la lectura es una actividad a la que le dedica mucho tiempo, desde Jorge Luis Borges hasta Leopoldo Marechal, pasando por los clásicos de la literatura universal. Pero, sin duda, el autor de Adán Buenosayres y de El banquete de Severo Arcángel es su preferido.
Tiene una precisión en el lenguaje que le viene de su maestría en Literatura. Suele adoptar una palabra como motivación y la emplea en forma constante y reiterada. En estos momentos, esa palabra es "paradigmático".
Según su círculo íntimo, suele ir a confesarse a la iglesia de El Salvador, y lo han visto en la fila del confesionario de un jesuita anciano.
Es frecuente verlo con un sobretodo negro, para no hacer ostentación de la llamativa vestimenta de los purpurados. Cuando el Papa lo proclamó cardenal, no compró una vestimenta nueva, sino que ordenó arreglar la que usaba su antecesor, Quarracino.
Hay tiendas eclesiásticas en Roma, como Euroclero, que es más económica, o Gamarelli y Barbiconi, que son más caras. En la Argentina, las Pías Discípulas son las únicas que tienen ornamentos litúrgicos y ropa. A Bergoglio le gustan los ornamentos litúrgicos de buena calidad. Los compra en Roma, generalmente. Y el altar de plata maciza de la Catedral se lo encargó a Pallarols.
No le gusta hacer "circo". Es enemigo de que hagan "lobby" a su alrededor. No celebra en la Catedral cada Jueves Santo la misa de la cena del señor y el lavatorio de pies, sino que va a distintos hogares, al Centro de la Droga o al Hospital Garrahan.
Le gusta estar entre la gente. En Corpus Christi quiere que se haga la marcha alrededor de la Plaza de Mayo. Quiere que el Santísimo Sacramento salga y se mezcle con la gente, y que la gente lo arrastre.
A Bergoglio ni siquiera le gusta que le digan cardenal. Quiere que lo llamen, simplemente, Padre.
Por Any Ventura
revista@lanacion.com.ar
HISTORIA DE VIDA

Nació en el barrio de Flores, el 17 de diciembre de 1936, en una típica familia de clase media baja.
Tiene cinco hermanos, tres mujeres y dos varones.
Antes de comenzar su vida religiosa se diplomó como técnico químico.
Concurrió al seminario de Villa Devoto, regido por los padres jesuitas, y a los 21 años ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús, más precisamente el 11 de marzo de 1958.
Estudió Humanidades en Chile.
Ejerció como profesor de Literatura y de Psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe. En 1966 dictó esas materias en el Colegio del Salvador de Buenos Aires.
Se ordenó sacerdote el 13 de diciembre de 1969, pocos días antes de cumplir 33 años. En 1971 hizo la tercera probación en Alcalá de Henares (España) y el 22 de abril de 1973, su profesión perpetua. Fue nombrado rector del Colegio Máximo y el 31 de julio de 1973 fue elegido provincial, cargo que ejerció durante seis años.
Es el arzobispo de Buenos Aires, y uno de los 183 cardenales de la Iglesia Católica.
TEXTUALES

Bergoglio, y su postura frente a temas sociales
"La política es una actividad noble. Hay que revalorizarla, ejerciéndola con vocación y una dedicación que exige testimonio, martirio, o sea, morir por el bien común."
"Los pibes no piden que levantemos un muro para que tengan un lImite, sino que los ayudemos a crecer en libertad."
"Con los chicos y chicas no se experimenta, no juguemos a la ruleta rusa con los jOvenes." (sobre la tragedia de Cromagnon)
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Friday, July 24, 2009

Seis años esperando un sacerdote...

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San Pablo (Brasil), 24 Jul. 09 (AICA)

El P. Peter Shekelton recorre más de 30 poblados a orillas del río Arari en Brasil
Diez horas son necesarias para desplazarse en una lancha desde la ciudad de Itacoatiara a los poblados del río Arari, un afluente del Amazonas. A la llegada del padre Peter Shekelton sus habitantes llevaban seis años sin ver a un sacerdote.>

En realidad, este joven sacerdote procedente de Inglaterra trabaja en las favelas de San Pablo, suburbios de malísima fama donde la juventud carece de esperanza y se hunde en un lodazal de criminalidad, prostitución y drogadicción. A estos jóvenes, el Padre les comunica la Buena Nueva de que Dios también los ama a ellos y les dice que su vida tiene sentido. En cambio, en verano, el padre Shekelton se desplaza a la Amazonia y visita poblados que llevan años sin recibir la visita de un sacerdote.

En compañía de algunos jóvenes de San Pablo que encontraron a Jesucristo, recorre casi tres mil kilómetros. En más de 30 poblados a orillas del río Arari, los pobladores esperan la llegada del sacerdote y los jóvenes evangelizadores. Durante mucho tiempo soñaron con ver a un sacerdote, celebrar la Santa Misa y recibir los sacramentos al menos una vez al año. Ahora, el padre Peter los visita anualmente.

El joven sacerdote nos cuenta: “Cuando llego al año siguiente, me entero de la muerte de muchos creyentes a los que administré los sacramentos. Algunos mueren literalmente al día siguiente, como si hubieran esperado a recibir los sacramentos para morir”.

Los jóvenes misioneros que acompañan a este incansable sacerdote también son muy activos y ayudan todo lo posible al padre Peter: imparten la catequesis a niños, jóvenes y adultos, se encargan de los preparativos de la Misa y registran bodas y bautizos. Además, su presencia hace que los habitantes de la selva, que viven prácticamente aislados del mundo exterior, sientan que no están abandonados ni han sido olvidados. De esta forma, los jóvenes del infierno de las favelas se convierten en un signo de esperanza para otros.

Por desgracia, el padre Peter también se entera en cada visita de la muerte de muchos niños que bautizó un año atrás. La asistencia médica en la selva es miserable, y la gente vive en la más absoluta pobreza. A sus poblados sólo se puede acceder por el río, y nadie les ayuda. O casi nadie. Y es que cada vez más sectas protestantes intentan captar a estos creyentes. “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”: ésta es la verdad de la Iglesia Católica en la Amazonia, donde se necesitarían a cientos de sacerdotes como el padre Peter. Pero también es cierto que la semilla de su labor fructifica, pues en los ocho años que lleva trabajando en el Brasil, acompañó a 20 jóvenes que en estos momentos se están formando como sacerdotes.

La vocación del padre Peter Shekelton se despertó en 1991, al escuchar al Padre Werenfried, fundador de la organización católica internacional “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (AIN), predicar en Londres, en la catedral de Westminster rebosante de fieles.

Era una de aquellas homilías encendidas en las que el padre Werenfried exhortaba a los creyentes a convertirse en héroes de la caridad y a superarse a sí mismos. Como siempre, ese día también se hizo una colecta, pero el padre Werenfried exclamó: “¡Estaría dispuesto a entregar toda la colecta si un solo joven entre ustedes quisiera poner su vida al servicio del Señor, para anunciar, como sacerdote, el Reino de Dios!”.

A Peter le vino la idea de forma espontánea: “¡Ese joven soy yo!”. Ahora escribió a AIN: “Entonces no me atreví a pedirle al padre Werenfried que me entregara la colecta, pero hoy les pido una pequeña cantidad de la colecta de aquel día”.

Nosotros le prometimos 6.000 euros para que él y sus jóvenes misioneros puedan volver a visitar, también este año, a los habitantes de las orillas del río Arari. Jesucristo también quiere estar vivo en los poblados de la selva. Apoyemos, pues, a los sacerdotes que supieron ver en la selva la “viña del Señor”.+ (Eva-Maria Kolmann)

AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente
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Tuesday, July 21, 2009

Ahora no me siento tan seguro...

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Un objeto cae en Júpiter y deja un cráter del tamaño de la Tierra

El hallazgo lo realizó un aficionado australiano, que de inmediato subió las imágenes a su blog; la NASA confirmó el hecho e indicó que podría ser un cometa

Martes 21 de julio de 2009 | 08:50 (actualizado a las 08:49)

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Un objeto cae en Júpiter y deja un cráter del tamaño de la TierraEl lugar donde cayó el objeto celeste se ve como una mancha blanca en la superficio del planeta Foto: Reuters

WASHINGTON.- Un gran cometa o asteroide chocó contra Júpiter, y la zona de impacto cubre una superficie del tamaño de la Tierra, según muestran imágenes captadas por un astrónomo aficionado australiano..

Anthony Wesley, de 44 años, colgó las imágenes del fenómeno en su blog hacia la una de la madrugada del lunes, hora local y, horas más tarde, el Laboratorio Jet Propulsion de la NASA confirmó el descubrimiento.

El objeto que impactó contra Júpiter podría haber sido un cometa o un asteroide, según explicó Wesley, un programador informático que vive en Murrumbateman, una pequeña localidad al norte de Canberra donde practica su afición a la astronomía.

Wesley, que utilizó un telescopio refractor de 14,5 pulgadas, concluyó que el impacto ocurrió hace no más de dos días y será visible sólo durante unos días.

El aficionado dijo que tardó 30 minutos en darse cuenta de que un punto negro que giraba en las nubes de Júpiter el 19 de julio era en realidad el primer impacto observado por astrónomos desde que un cometa colisionó con el planeta gigante en julio de 1994.

"Pensé que probablemente sería simplemente un punto oscuro de una tormenta polar normal", dijo en su página web.

"Sin embargo, mientras giraba más y mejoraban las condiciones de visión de repente me di cuenta de que no sólo era oscuro, era negro en todos los canales, lo que significaba que era realmente un punto negro", dijo Wesley desde su casa en Murrumbateman, al norte de Canberra.

Las fotografías muestran la zona de impacto, o "cicatriz", cerca de la región polar sur de Júpiter, con gases visibles en imágenes infrarrojas.

Es posible que se haya tratado de un cometa, indicó Glenn Orton, de la agencia espacial estadounidense. El aficionado informó a los expertos del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA en Pasadena acerca de su hallazgo, tras lo cual se confirmaron los datos con el telescopio del monte Mauna Kea de Hawai.

Las diversas imágenes mostraron entonces el cráter que dejó el impacto cerca de la región del Polo Sur del planeta y una nube de partículas revueltas.

"Tuvimos la inmensa suerte de ver a Júpiter en el momento justo y por el lado correcto para ser testigos del suceso", dijo Orton.

La última vez que los astrónomos asistieron a un fenómeno así fue hace 15 años, cuando el cometa Shoemaker-Levy 9 chocó hecho trizas contra el planeta. El hecho coincidió además con el 40 aniversario de la llegada del ser humano a la Luna.

Agencias Reuters, DPA y EFE

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Saturday, July 18, 2009

El exorcista de la calle 6

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Historias con nombre y apellido

El exorcista de la calle 6

Jorge Fernández Díaz
LA NACION Sábado 18 de julio de 2009 | Publicado en edición impresa




El exorcista de la calle 6

El padre Mancuso, en la iglesia donde realizó la mayoría de los exorcismos: el templo de San José (La Plata), en la calle 6 Foto: LA NACION / Fernando Massobrio

A Miguel se le aparecía en sueños una monjita que le señalaba el rostro de un hombre. En su desesperación, Miguel soñaba que esa mujer piadosa y consagrada le decía, sin palabras, "este hombre puede salvarte del averno". Miguel vivía en Entre Ríos y trabajaba con un miembro de una secta satánica que lo pretendía en amores. Se había resistido a ese requerimiento, había probado alimentos que el mago le había cocinado a modo de galante obsequio y, a partir de entonces, había sufrido convulsiones, violencias y toda clase de fenómenos autodestructivos. Lo habían tratado médicos y psiquiatras, y un sacerdote local le había diagnosticado "posesión diabólica". Al borde del suicidio, creyendo verdaderamente que estaba tomado por el demonio, llegó a la provincia de Buenos Aires y buscó, por medio de unos parientes alarmados, a un exorcista.

Carlos Mancuso es el párroco del templo de San José, sobre la calle 6, y el cura autorizado por el obispado de La Plata para realizar el ritual más misterioso y estremecedor de la liturgia católica. Cuando Mancuso examinó en su despacho al paciente y comprobó que no se trataba de un asunto meramente psiquiátrico, Miguel reconoció en sus facciones la cara del hombre providencial que le señalaba, en sueños, aquella monja ignota.

El exorcismo se produjo poco después en esa iglesia cerrada, sobre una frazada y con ayuda de cinco hombres que sostenían al poseso, mientras Mancuso trabajaba con las oraciones en latín, el crucifijo y el agua bendita. En la realidad, los exorcismos son mucho menos espectaculares que en la ficción. No hay levitaciones, telequinesis, multiplicidad de voces ni pronunciación de distintas lenguas. Al menos, el padre Mancuso, que lleva veinte años cumpliendo ese ritual redactado en 1614 y que tuvo leves enmiendas en 1984 bajo el papado de Juan Pablo II, asegura que jamás vio semejantes piruetas o clichés del folklore.

No por eso la ceremonia resultaba menos aterradora. Miguel se sacudía, gruñía, pateaba, insultaba y de vez en cuando miraba el fondo de los ojos del exorcista y le hablaba en nombre de otro. "Tu Dios no existe", le dijo en un momento. "¿Ah, no? -respondió Mancuso-. ¿Y a vos quién te mandó al infierno?" Miguel, o su ardiente inquilino, pasó de la negación al lamento: "Dios me ha abandonado".

El sacerdote tiene orden de su obispo de no confraternizar ni entrar en diálogos, pero no pudo en esa ocasión evitar la ironía: "Ah, claro, ahora resulta que te abandonó". Miguel se movía con una fuerza impresionante, y era doblegado una y otra vez por los auxiliares y atacado con las armas del ritual.

En un momento, exhausto por el esfuerzo, sonrió de un modo escalofriante: "Bueno, ahora podemos negociar", le dijo al cura. No había negocio posible. Y al final se entregó. Lo hizo adoptando un alivio absoluto, una paz nueva, un silencio limpio. Regresó a casa de sus parientes con la sensación de que había vuelto a ser él mismo después de tanto tiempo. Y antes de viajar a Entre Ríos, fue a escuchar misa y a darle gracias a Dios a la catedral de La Plata. También visitó distraídamente la santería y entre todas las estampitas vio una de sor María Ludovica, una mujer legendaria que realizó una gran tarea en el Hospital de Niños de la ciudad y murió en 1962. Esa era la monjita -aseguró Miguel, alelado- que se le aparecía en sueños mostrando la cara redonda pero seria del padre Mancuso.

Este episodio ocurrió hace dos años y a pesar de que el párroco de San José es uno de los más notables exorcistas de la Iglesia Católica argentina y que no se trata de un sacerdote ramplón y ciego sino de un hombre intelectual y estudioso de la psiquiatría, no puedo creer en lo que acaba de contarme. Puedo creer que me cuenta la verdad. Pero no puedo creer de verdad que existan anticristos ni posesiones satánicas. "No puedo creer -le digo-. Pero a veces creo en los que creen."

Fui educado en un colegio salesiano, pero luego conocí el materialismo histórico y me deslicé por la ciencia y la razón a este agnosticismo culposo: ahora envidio a los que tienen fe. Y me fascinan los ritos milenarios de la Iglesia que resisten la modernidad. Pero me gustan las historias de exorcistas como me gustan los cuentos de fantasmas y de vampiros.

Me encantan como lector los monstruos aunque no puedo creer verdaderamente en ellos. En mi concepción racionalista, Miguel tenía un delirio místico y necesitaba un curador que entrara en su lógica, creyendo profundamente en ella, y que lo curara de esa sugestión. El exorcista y el poseso tenían así algo en común: creían que Satanás existía y que podía invadir un cuerpo humano. Para muchos miembros de la propia Iglesia el diablo es sólo una metáfora del mal. Una figura jamás corpórea ni parlante. Otros sectores tienen la seguridad plena de lo contrario. Se reconoce que Juan Pablo II realizó tres exorcismos y se recuerda que hace poco Benedicto XVI saludó a la Asociación de Exorcistas Italianos diciéndoles: "Ustedes ejercen un importante ministerio al servicio de la Iglesia".

Lo concreto es que, en la era de las computadoras y más allá de polémicas internas o externas, el exorcismo se sigue practicando discretamente en casi todo el mundo. Y Mancuso se ha convertido en un referente de esa praxis. Lo llaman y escriben desde Estados Unidos y Europa, y lo invitan a realizar exorcismos en Centroamérica. Hace dos años tuvo que dar una conferencia en el Congreso Internacional de Psiquiatría, que se realizó en el Hotel Panamericano. El exorcista ha estudiado mucho esa materia, y los psiquiatras lo rodeaban pidiéndole que les relatara los casos más impresionantes. Su principal trabajo consiste en dilucidar cuándo verdaderamente se trata de un hecho de posesión. En muchas ocasiones, descubre detrás de esos síntomas esquizofrenia, histeria o paranoia, y deriva a los pacientes hacia centros de salud mental. Muchas veces percibe que es simplemente trabajo para los médicos clínicos o para los neurólogos. Es que los exorcistas dividen los problemas en tres planos: el físico, el psíquico y el espiritual. Y sólo pueden intervenir cuando en los dos primeros no se ha encontrado la razón última del disturbio. Si tengo que optar entre la mente y el alma, particularmente yo me quedo con la mente porque puedo diseccionarla, pero no se me ocurre discutir del tema con alguien que estudia día y noche teología, psiquiatría, parapsicología y tratados de demonología. Estamos en su despacho, donde habitualmente atiende cercado por libros antiguos, y me doy cuenta de que le teme más a la influenza que al demonio. "Es cierto -se ríe-. Tengo la estufa prendida todo el día y me pongo el abrigo para salir al corredor porque hace frío: soy diabético y no quiero enfermarme. Vivo solo y nunca tuve miedo a cosas sobrenaturales."

El cielo y la tierra están llenos de asuntos que no comprendemos y tengo la impresión de que no me queda más alternativa que escuchar y narrar algunas experiencias límites del exorcista sin juzgar si la suya es medicina real o simple placebo.

El primer caso de posesión que Carlos Mancuso vio de cerca ocurrió en los años 80 y la protagonista del evento resultó ser una catequista. La chica estaba de novia y todo marchaba bien, directo al casamiento, a pesar de que la inminente "suegra" pensaba que ella no era un buen partido y que la relación era un error. Al parecer, la mujer consultó un brujo y pagó por un maleficio. El mago le dio un preparado especial y le pidió que lo mezclara con frutillas e hiciera con ellas una torta para la catequista. Se trataba de un "trabajo" importante, y la madre del novio siguió las indicaciones al pie de la letra. Después de comer varias porciones, la chica comenzó a vomitar y a perder la conciencia, cambió radicalmente su personalidad y entró en un túnel de insultos y reacciones demenciales que duró días y días, y que ningún médico atinaba a frenar. El ángel se había convertido en un demonio. Y el cura de su parroquia, cuando la cosa se volvió inmanejable y escuchó que ella misma aseveraba tener dentro una presencia maligna, fue a buscar a Mancuso. Era una noche de luna y el cura de la calle 6 caminó por un largo pasillo y tocó a la puerta de la casa. Lo hicieron pasar y vio que la catequista estaba en cama, con su madre a un lado y un sacerdote, amigo de la familia, del otro. Inmediatamente entró, la chica le gritó a Mancuso: "¡Fuera, basura!". Y comenzó a escupirlo. Mancuso le acercó el crucifijo y le advirtió: "Este te va a vencer". La catequista respondió, con voz ronca: "A ése yo ya lo vencí".

"Está endemoniada"

Al día siguiente Mancuso visitó al padre Antonio Sagrera, un sacerdote español que tenía 85 años y que era el exorcista oficial de la diócesis. Sagrera estaba trabajando en el jardín y en cuanto Mancuso empezó a relatarle los detalles del caso de la catequista, sin dejar de cortar los brotes con su tijera, el veterano guerrero de la oscuridad dictaminó: "Está endemoniada". Lo hizo sin pestañear y sin dejar de podar su parra. Mancuso quedó impresionado por la seguridad de su maestro. Luego también él adquiría ese ojo clínico.

En aquel entonces, para practicar un exorcismo en la zona había que pedir permiso a monseñor Antonio Plaza. Hoy el obispo Héctor Aguer le ha dado permiso especial a Mancuso para llevar a cabo esas ceremonias según su criterio: confía absolutamente en los razonamientos de su párroco. Plaza le dijo a Mancuso: "Háganlo pero con mucha prudencia, tal vez no se trate de una poseída sino de una enferma".

Los familiares de la catequista la trajeron a la rastra a la iglesia a las diez de la mañana. Cerraron el templo al público y pusieron una manta en el suelo. Pese a que Sagrera dirigía la operación, Mancuso se adelantó y les dijo a los auxiliares: "Agárrenla entre todos". La catequista lo miró con sorna: "Ah, me tenés miedo". A órdenes del padre Antonio comenzaron los ritos y las unciones, y su sucedieron los pataleos e insultos procaces.

En un momento pararon para descansar y uno de los auxiliares le dijo: "La bronca es con usted, Mancuso". Era cierto: Sagrera manejaba el exorcismo, pero el odio de ella no se concentraba en el maestro sino en el aprendiz. "Fue como un aviso -me dice Mancuso-. Una premonición y un aviso por todos los combates que libraríamos él y yo a partir de entonces." Después de luchar y resistirse, después de un escándalo de voces y forcejeos, repentinamente todos escucharon una voz: "Abandono". Y la chica volvió dolorosamente de su furia ciega a sus cabales. Un estudiante de medicina, que presenciaba las maniobras, la había examinado en el pico máximo de tensión: la catequista registraba los valores vitales normales. En medio de la ira sin límite y los puñetazos tenía sólo 72 pulsaciones, como si estuviera tomando una apacible siesta.

El crecimiento del ocultismo y la magia negra, la proliferación de sectas satánicas y las cofradías secretas, la multiplicación de hechiceros, curanderos y adivinadores, y la progresiva experimentación del espiritismo han sido el principal caldo de cultivo de los pacientes que el padre Mancuso ha venido atendiendo. La mayoría proviene de la provincia de Buenos Aires y de la Capital.

Sin embargo, el caso más resonante del exorcista de la calle 6 vino de Santiago del Estero. En 1985 un joven de veinte años llamado Gonzalo entró en una secta y firmó un pacto diabólico. Se les prometía, a quienes pactaban, placeres y dichas a cambio de ofrendas cada vez más exigentes. A Gonzalo le pidieron, en una escalada final, la vida de un ser querido: que asesinara a un sobrino de ocho años. El joven no pudo cumplir con ese sacrificio y comenzó a tener comportamientos perversos, a manifestar que cargaba con una venganza infernal y que llevaba en su interior un espíritu demoníaco. Lo revisaron siquiatras y médicos, y lo trajeron a La Plata en ambulancia: allí vivía su madre, que lo hizo ver en institutos de alta tecnología médica. Gonzalo cometía locuras en períodos irregulares y de manera intermitente. Lo ingresaron finalmente en un manicomio y, después de unos días de observación, un psiquiatra encaró a la familia: "Llévenlo a un sacerdote especializado para que lo curen de la parte espiritual".

Un jueves de ceniza un párroco de la zona, atribulado por el caso, recurrió a los exorcistas. Mancuso examinó detenidamente el asunto y decidió que harían la ceremonia. El y sus auxiliares ayunaron durante unos días y estuvieron en oración permanente. Luego se reunieron con parientes de Gonzalo y con un médico catedrático de la Universidad de La Plata, que quería presenciar el exorcismo, y partieron hacia la zona de Lisandro Olmos. Gonzalo estaba viviendo solo en una casa humilde. Los vecinos decían haberlo visto masticar vidrios, tragar cuentas de rosario y destruir crucifijos. Había intentado pegarle a su madre, había tratado de estrangular a un hombre, había roto ventanas y dormía en el piso como un animal. Tenía, sin embargo, lapsos de lucidez y por lo tanto de congoja.

Mancuso entró en la casa y alzó su crucifijo, rodeado de su grupo de ayudantes, y Gonzalo se acercó en cuatro patas gruñendo como un cerdo y se detuvo, echó a correr en sentido contrario y se lanzó afuera por una ventana. Corrió a campo traviesa sin que pudieran alcanzarlo. Y tuvieron que volver a la parroquia con las manos vacías. Pero, después de almorzar, les avisaron a los sacerdotes que lo habían finalmente apresado y que lo llevaban maniatado en una camioneta hasta la Iglesia de San Cayetano.

El exorcismo se realizó en esa misma iglesia, con el apoyo de una veintena de personas, que lograban sujetar a Gonzalo a duras penas. El joven tenía una fuerza inverosímil y cuando Mancuso intentó ungirle la frente se sacudió con violencia. Lo dieron vuelta y lo pusieron boca abajo para que no pudiera lastimar a nadie ni zafarse, y los curas comenzaron el ritual en latín y no lo acabaron hasta que Gonzalo se aplacó y pudieron sentarlo en una silla. Allí terminaron los alaridos y extraños balbuceos. Estaba ahora calmado y abatido, y narró el acuerdo diabólico que había firmado y por qué se había producido la posesión. Y luego, en señal de arrepentimiento, pidió que lo llevaran en andas hasta el sagrario y allí besó los pies de Jesucristo: todo había terminado.

"Gonzalo murió veinte años después, hace poco -me dice Mancuso-. Muerte súbita. Le falló el corazón." Supongamos, le propongo, que un tipo cree estar endemoniado pero no lo está y ustedes le realizan un exorcismo. "No siempre podemos estar seguros de que no simulan la posesión -confiesa encogiéndose de hombros-. Pero si la persona se va de acá mejor, hemos hecho un bien, ¿no cree?" Me gusta creer que el exorcista no tiene forma entonces de hacer el mal. Me habla de paso de San Benito de Nursia, que fundó la orden de los benedictinos, fue un poderoso exorcista y es "invocado con efectividad" para conseguir la protección contra los espíritus diabólicos.

Mancuso se coloca nuevamente el abrigo y me acompaña hasta la puerta atravesando la fría austeridad de su parroquia. Está preparándose porque en pocos días más le traerán a un muchacho que vive en una villa miseria de la Capital. Dicen que está poseído y que al nacer su madre en lugar de bautizarlo lo consagró a Satán durante una misa sangrienta. Por cada hecho diurno hay un hecho nocturno. Hay una Biblia y una biblia negra, y un Cristo y un anticristo, un derecho y un revés, una diestra y una siniestra. Y un duelo entre los cultores del diablo y este gladiador de Dios. Aún en mi incredulidad más absoluta, le digo que fue un honor conocerlo. Mancuso no puede con su genio y me recuerda una vieja sentencia católica: "Al infierno van aquellos que dicen que no existe el infierno".

EL PERSONAJE

CARLOS MANCUSO
Cura exorcista de la diócesis de La Plata

  • Quién es: tiene 75 años y es desde hace más de treinta el párroco del templo de San José, ubicado en la calle 6 de La Plata.

  • Qué hace: tiene autorización de la Iglesia Católica para practicar el ritual del exorcismo. Es un estudioso de la psiquiatría, la parapsicología y la demonología.

  • Sus cargos: es confesor del Monasterio de Carmelitas, del Seminario Mayor y de la Casa del Padre Pío. Y capellán del Colegio Eurcarístico de la Plata. También es canónigo de la Santa Iglesia Catedral, es decir: forma parte del consejo de sacerdotes de monseñor Héctor Aguer, a quien responde de manera directa.

  • Su experiencia: realizó decenas de exorcismos. La célebre película de William Friedkin le parece "una exageración total". Recomienda ver una más realista: "El exorcismo de Mary Rose".
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Friday, July 17, 2009

Cuidate en las Vacaciones, eh!!

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Como sabrán en el hemisferio norte están en época de vacaciones y entre los millones de personas que decidieron tomarse “dos semanitas” está el Santo Padre Benedicto XVI.

El Papa –cual miembro de aquel grupo de aguerridos exalumnos del Colegio San José- no eligió como lugar de vacaciones alguna playa paqueta o alguna campiña monona, sino que eligió la montaña. Les Combes, en la región del Valle de Aosta, con vista al Mont-Blanc en lugar del Campamento (y no hostel) Ruca-Lauquen, en Villa Mascardi, con vista al Granítico y su falso homónimo.

¿Qué está haciendo? Aprovechando los días “dedica[ndose] a la lectura, a la escritura, y a realiza[ndo]paseos por senderos de las montañas más cercanas. En la casa se colocó, además, un piano para que pueda interpretar algunas de sus piezas favoritas, sobre todo de Mozart”*.

Y si recordamos un poco nuestras vacaciones far away and long ago, el Papa está haciendo lo mismo que nosotros: lee, escribe, da paseos por senderos tranquilos –no la picada del Cerro Navidad- y mucha música –aunque no sea La Barra y los Reyes del Cuarteto-.

El día de ayer el Santo Padre se cayó y tuvieron que ponerle un yeso en su brazo. Nosotros por ahora hemos zafado de esto, aunque recuerdo algunos golpes por no acatar las indicaciones del Ing. Agr. “lo sé todo” “es una montaña de arena”.

Sin embargo el sucesor de Pedro, alemán pero cual vasco de sangre “pese a los dolores, celebró misa y desayuno antes de internarse”*. Un ejemplo a sus 82 pirulos.

Por todo esto a la distancia te deseamos que te cuides, que descanses, que a la vuelta tienes la tamaña tarea de seguir al timón de la barca que te encomendó Cristo.


Oremus pro Pontifice nostro.

Dominus conservet eum, et vivificet eum,

et beatum faciat eum in terra,

et non tradat eum in animam inimicorum eius.



* Citas corresponden a AICA.



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¿Será verdad?

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La cerveza del Papa

Entre los gustos gastronómicos de Su Santidad, aparece la cerveza. Enterate de cuál es su favorita.
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Por: participacion.abc.es

Benedicto XVI recibe con regularidad algunas botellas de Spitfire, la cerveza inglesa preferida por Su Santidad. Probablemente en el altar de las cervezas, la deidad la ocupe algún brebaje alemán, pero entre las foráneas, Benedicto XVI tiene especial devoción por la "ale" Spitfire, una cerveza de alta fermentación. Quizá se deba a su gusto bávaro, muy acostumbrado a la "Weizenbier". Y para admiración de los británicos, la predilección es para una marca que lleva el nombre de uno de los aviones míticos que ayudó a los ingleses a ganar la Batalla de Inglaterrafrente a la Luftwaffe en la Segunda Guerra Mundial.

No es el único interés pontificio por los pubs, según explica en su libro "Sinners and Saints", el franciscano Michael Seed, el sacerdote que celebraba misa para los Blair en Downing Street y que contribuyó a la conversión del ex primer ministro: "Su inglés es perfecto, y a través de sus amigos luego descubrí su amor por la ale inglesa Spitfire, elaborada en Kent por Shepherd Neame, y su colección de posavasos de cervezas de Londres. Desde nuestro encuentro, le he enviado ambas cosas en varias ocasiones a través de clérigos que le visitan. Lo aprecia siempre de modo entusiasta, dicen, y entiendo que sus gustos no han cambiado".

En su libro, Seed también explica que el anterior cardenal de Westminster, Basil Hume, cuando en tiempos de Margaret Thatcher como primera ministra pasaba en coche por delante de Downing Street, bajaba la ventanilla y agitaba su puño diciendo: "Maggie out!, Maggie out!". (Tradicionalmente, el catolicismo británico ha estado más cerca del laborismo, debido al gran peso de la inmigración irlandesa y la adscripción del establishment al anglicanismo. Ya no es así).



Extraído de http://viaresto.clarin.com/Notas/La-cerveza-del-Papa-454.aspx (Derechos reservaods)

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